Las mujeres han escudriñado deseosamente su libertad, identidad e
igualdad, socialmente hablando. Pero, ¿realmente lo han logrado?
En
algunos países, han caído en el libertinaje, en otros para nada se ha dado la
igualdad de sexos, en otros más, ha sido totalmente indiferente; pero lo que sí
ocurre es que en la mayoría se les continúa percibiendo como objetos sexuales al
promoverse y admitirse los bailes en tubos, salas de masajes, entre otros
centros de esparcimiento de adultos, asimismo de que cada día es mayor el sumario
de asedio sexual por parte de superiores
en el trabajo.
En
este sentido, no ha habido mejoras, pues, es majestuoso el abuso psicológico que
se comete en contra de las mujeres que no han tenido la oportunidad de
desarrollarse académicamente y profesionalmente, porque son orilladas a ganarse
la vida.
Mucha
culpa la poseen las mismas féminas al permitir este tipo de situaciones, pero
lo significativo aquí es que aprendan a salvaguardar su estado de ser mujeres
al no consentir hacer cosas que efectivamente no persigan hacer, que estén
conscientes de que la cuantía de ser
mujer es muy alta, en tanto que es una dádiva
con la cual han nacido, como eso de dar
vida a otro ser, y que son más aguantadoras que los hombres no es cualquier
cosa, lo que se requiere definitivamente es que hagan valer sus derechos como seres humanos.
Nos
encontramos en el siglo XXI, la Edad Prehistórica, pues, ha pasado desde hace mucho y asuntos como la detracción,
la iniquidad, el poco o nada de valor como seres humanos, deben deponerse de suscitarse en nuestra sociedad. Las
mujeres tienen derecho a sentir, a vivir, a trabajar, a pensar y expresar sus ideas
y llevar a cabo una vida estimable y con responsabilidad.
Los roles han sido determinados
desde hace mucho tiempo atrás, y han sido rediseñados debido a que el machismo se volvió en una revelación ruda
y en muchos casos violenta, situando a la mujer en segundo plano dentro de una
esclavitud sagaz y un antifaz para que no
pensaran y creyeran ser libres.
Asimismo, nació el antagonismo de el machismo: "La liberación femenina"; escudriñando atinar igualdad de derechos y obligaciones para ellas en todas las sociedades, originando roces por lo excesivo de esta.
Incluso ¿hasta qué punto la mujer debe liberarse? Entonces, pienso que, cuando se excluye el machismo de nuestras vidas las cosas se vuelven más igualadas, concibiendo que la mujer no debe estar a nuestros pies porque no es una esclava. Es notorio que todos necesitamos el amor y la atención de una madre, los consejos y cariño de las abuelas, la compañía de nuestras tías, hermanas y sobrinas, la compañía y lealtad de la novia, mujer, esposa, o yo que se. Necesitamos la amistad y ayuda de nuestras amigas, la atención de una enfermera, los conocimientos de una maestra, los servicios de una mesera, quién nos venda una tijera, una fruta o una verdura, la atención de una buena abogada, la canción de una buena cantante, necesitamos su presencia, su encanto y su sonrisa. Necesitamos de la mujer en todas sus manifestaciones, en la sociedad; en las pequeñas y grandes realizaciones que el hombre pensó por mucho tiempo que ellas no tenían participación.
La máxima declaración que muestra ese machismo del que se habla con anterioridad se encuentra en esta cita de Pierre Bourdieu, (sociólogo francés)
«La dominación masculina, que hace de la mujer un objeto simbólico, cuyo ser es un ser-percibido, tiene el efecto de colocar a las mujeres es un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de alienación simbólica. Dotadas de un ser que es una apariencia, están tácitamente conminadas a manifestar una especie de disponibilidad (sexuada y, eventualmente, sexual) con respecto a los hombres».
Asimismo, nació el antagonismo de el machismo: "La liberación femenina"; escudriñando atinar igualdad de derechos y obligaciones para ellas en todas las sociedades, originando roces por lo excesivo de esta.
Incluso ¿hasta qué punto la mujer debe liberarse? Entonces, pienso que, cuando se excluye el machismo de nuestras vidas las cosas se vuelven más igualadas, concibiendo que la mujer no debe estar a nuestros pies porque no es una esclava. Es notorio que todos necesitamos el amor y la atención de una madre, los consejos y cariño de las abuelas, la compañía de nuestras tías, hermanas y sobrinas, la compañía y lealtad de la novia, mujer, esposa, o yo que se. Necesitamos la amistad y ayuda de nuestras amigas, la atención de una enfermera, los conocimientos de una maestra, los servicios de una mesera, quién nos venda una tijera, una fruta o una verdura, la atención de una buena abogada, la canción de una buena cantante, necesitamos su presencia, su encanto y su sonrisa. Necesitamos de la mujer en todas sus manifestaciones, en la sociedad; en las pequeñas y grandes realizaciones que el hombre pensó por mucho tiempo que ellas no tenían participación.
La máxima declaración que muestra ese machismo del que se habla con anterioridad se encuentra en esta cita de Pierre Bourdieu, (sociólogo francés)
«La dominación masculina, que hace de la mujer un objeto simbólico, cuyo ser es un ser-percibido, tiene el efecto de colocar a las mujeres es un estado permanente de inseguridad corporal o, mejor dicho, de alienación simbólica. Dotadas de un ser que es una apariencia, están tácitamente conminadas a manifestar una especie de disponibilidad (sexuada y, eventualmente, sexual) con respecto a los hombres».
En cuanto a lo anteriormente señalado, se podría afirmar que todos los estudios hasta la fecha, puntean que los malos tratos y asesinatos de mujeres por parejas o ex-parejas son un problema universal que no discrepa nacionalidades, culturas, nivel cultural o nivel económico. Y en cuanto al potencial machismo concreto de sus crueles, por ser de otro lugar, de otras culturas y tradiciones, se debe clarificar, además que, frente a prácticas y culturas, imperan sin discusión los derechos humanos, cuya declaración universal, por cierto, ha sido firmada y certificada por la mayoría de los países del planeta. Y eso no es tontería ni mucho menos discurso, elocuencia o alegato vano. Puesto que esos derechos humanos no son exclusivos ni propiedad de nación ni cultura alguna. Entre ellos destacan el derecho a la vida, el derecho a la integridad y el derecho a no sufrir malos tratos y a no ser torturado. Que es precisamente de lo que se está escribiendo.
Cuanto se dice y se escribe sobre la mujer, implícitamente hasta existe un día del calendario dedicar a la mujer, se creó un Ministerio de la Mujer, pero nada cambia para ellas en los sectores populosos, donde la mujer es casi una esclava, una sirvienta e insaciablemente golpeada, lastimada por el esposo. Púes si, se habla muchísimo de este ser que nos perfecciona y que admite la persistencia de la especie humana y que por ese solo hecho todas en el mundo correspondieran deleitarse de un contribución, de un seguro medico gratuito. Opuestamente no es así, el Estado muy poco se ocupa de constituir acciones reales para resguardarla de verdad.
No se
castiga con severidad el abuso contra las mujeres, en cualquiera de sus formas.
Hay lentitud para sancionar a los desalmados que las asesinan y matan, casi por
deporte. El valor de la mujer radica en que sin ella, la humanidad no existiría,
ya se habría esfumado. Sin la mujer
ninguno de los machos estarían en este mundo, porque solos nada son, ni valen
para la humanidad. El hombre solo en
el mundo habría acabado por extinguirse velozmente.
La relevancia de la mujer reside, además, en que es para el hombre una compañera, una
amiga, esposa, amante, su complemento, eso es lo que es y debe ser. Es un ser
que merece el mayor cuidado, protección y respeto, por su poderosa capacidad de engendrar, de continuar la especie. Algo que
hoy día nadie pareciera reconocer, ni
valorar. Las muertes de mujeres a manos de sus cónyuges son sorprendentes, y en un país como este, se podría considerar como una muestra de poca
cultura, de bestialidad, de que no somos todavía una sociedad de respeto ni
globalizada.
Tremendamente
la sociedad, la llegada del cine y la televisión, de la mano de los medios de
comunicación, han convertido a la mujer en solo un pedazo de carne, muy útil
para presentarla de las maneras más monstruosas, inhumanas, escarneciendo su decencia,
convirtiéndola en solo un objeto de goce morboso.
Allí
está el por qué grupos facinerosos, ven en ellas solo un animal, pero no un ser
humano. La mujer es para miles de salvajes, solo un objeto. Y un objeto puede
ser arrojado a la basura, desechado, destruido. Se ve a la mujer como algo que
sirve más que para el placer sexual y nada más.
Pero la mujer
es más que un trasero, más que un cuerpo, es un ser extraordinario lleno
de vida, que quiere conllevarla, que busca afecto, amor y que está lista para
unir su destino a un hombre que tenga el
valor de amarla y respetarla. La mujer es toda ternura, fidelidad y entrega
hasta la muerte por amor.
Tenemos mujeres
bellas en todo el mundo, pero no sabemos valorarlas y las usamos para los fines
más aciagos, para venderlas como una mercadería sensual, ni que decir de
los anormales que viven golpeándolas, humillándolas, maltratándolas moralmente,
como si no tuvieran madre, hijas o hermanas. La importancia de la mujer está en que es siempre más absorta, más
madura que el hombre, es siempre más comprometida, difícilmente si tiene una buena educación permitirá que alguien la
someta, la rebaje, la humille y encima que ese alguien sea su esposo.
La relevancia de la mujer está en que es
ella quien cría a nuestros niños, a nuestros primogénitos, a nuestros
hijos y los protege, educa, acompaña, por ello debemos darle con nuestro
trabajo, las condiciones para que cumpla ese gran rol en la familia y la
sociedad.
Se debe ver a
la mujer con otros ojos, con ojos de humano y dejar de maltratarla, golpearla,
humillarla, más bien se debe ubicar en el lugar que a ella le corresponde: "ser igual en todo a los hombres de
sexo masculino”. Poner fin a su maltrato moral, físico, psicológico.
La mujer tiene
en estos tiempos un lugar preponderante en la sociedad. Ya ha demostrado estar
lista para gobernar una nación, para dirigir los destinos de un país, para
legislar, para gerenciar, para ser líder de opinión, ella brilla en todos los campos.
Ha demostrado ser más diestra que el macho, más inteligente inclusive y sobre
todo más honorable. Las mujeres son más difíciles de ser pútridas por el poder
político, por ello se debe pensar seriamente en darle la oportunidad como otros
pueblos, de conducir los destinos del país
“Si dices que amas a la mujer, a tu mujer,
dale alimento, vestido, educación, protección, ese es tu deber. Negarte a
hacerlo, es solo una demostración de tu poca hombría, del alma de roedor que tienes.
Si dices que amas a tu mujer no la golpearas jamás, porque eso no hace más que
demostrar que eres un miserable, un cobarde, un reptil. Sí dices que amas a la
mujer, y amas a tus hijas, no las trates como sirvientas, respétalas,
dales todo lo que necesitan para triunfar en la vida: educación y buenos ejemplos. Si dices que amas a la mujer, amaras a tus hijas y a tu esposa, no beberás
como un imbécil hasta perder el sentido y convertirte en un gorila, en un ser
repugnante, violento como un delincuente. Es inmoral gastar el dinero en licor,
sexo y drogas. La familia, tus mujeres de casa, esposa, hijas son primero. No
lo olvides”.
Nada más agradable que salir con las
mujeres que uno ama, las de la familia: a cenar, pasear por el campo, tomarse
fotos, jugar, reír. Si dices que amas a la mujer, respetaras a la que es policía,
a la alcaldesa, a la política, a la profesional, porque veras en ellas a tu
propia madre, que también es mujer como ellas. Veras en ella el germen
maravilloso que hace perdurar a la humanidad.
Fijémonos pues,
que en el pensamiento primordial de los griegos, Eros y Logos son inseparables.
El pensamiento, el Logos, sería estéril sin Eros, y éste sin el Logos no
tendría ni dirección, ni forma, sería la atracción sin sentido o la loca pasión
sin misión. Sin la presencia de lo femenino, el principio masculino queda
herido y la calidad de vida se deteriora. Cuando lo femenino no es reconocido,
no tiene lugar la renovación de la vida.
No se debe
olvidar que sin ellas, la vida resultaría amarga, sin sabor, no tendríamos el
valor y el aliento que necesitamos para seguir caminando por la vida. Muchos
hombres cambiaron notablemente su conducta cuando conocieron a la mujer de sus
sueños, de su vida. Sufrieron una transformación total.
En virtud de lo
antes expresado, sería pertinente ahondar en este tema desde el punto de vista
filosófico, y citar expresiones de tan importantes pensadores como los que a
continuación se especifican:
“Muchas personas especialmente las mujeres no conocen el fastidio por
que jamás aprendieron a trabajar regularmente”. (Federico Nietzsche)
“Hay mujeres en las que, por más que se busque y se analice no se
encuentra nada interior. Son simplemente máscaras”. (Federico Nietzsche)
“Por
la teoría de la inmortalidad del alma se explica fácilmente la inferioridad de
la capacidad femenina: su vida doméstica no requiere facultades más altas ya
sea de cuerpo o mente”. (David
Hume)
Asumiríamos entonces, ante tal axioma y con un exiguo de sabiduría
que brindar disculpas a todas las mujeres, por las conjeturas espantosas y
soeces de estos y otros filósofos que han expuesto, sin lugar a dudas sus conocimientos
en algunos campos del saber filosófico.
Sin embargo, en relación al tema
de las mujeres, estos brillantes pensadores, han dejado ver su ascetismo, su espíritu
inculto, sometiendo a su antojo, la moralidad de todas y cada una de ellas, avergonzando
por tanto la dignidad de su ser, que no es otro, ni más ni menos, que el mismo
que nos es otorgado como seres humanos, hombres y mujeres, mujeres y hombres
que alcanzamos la decencia de personas en nuestro inventarnos, en nuestro
desarrollo existencial, en nuestras vivencias, en
ver realizadas nuestras pulas, en desarrollar intachablemente nuestra naturaleza,
sometiendo a la gracia de nuestra cordura el conocimiento de nuestra
constitución humana, para desarrollar recta y armónicamente nuestro ser
espiritual y físico.
Es conveniente por tanto, preguntamos, ¿por qué la igualdad de oportunidades entre los dos sexos ha tardado tanto tiempo en ofrecer un horizonte distinto?, a lo cual se podría manifestar: que tal vez se encuentre la respuesta en las frases arriba mencionadas, puesto que el horizonte mundial de hoy da referencias de estos pensadores como los arquitectos del pensamiento moderno; hecho, sin duda, que inclina a aceptar modelos fundados al patrocinio de construcciones filosóficas que no habiendo sido analizadas suficiente y comedidamente permearon el pensamiento occidental, fraguando así una idea de minusvalía para las mujeres.
Por tanto, la propuesta de hoy, se relacionará con examinar en qué contexto se desenvuelve actualmente la mujer y cuál es su sitio dentro de la sociedad.
Reflexivos de los espacios ganados en los ámbitos: social, cultural, laboral y político, y a pesar de los obstáculos y las murallas impuestas por una sociedad particularmente dominada por varones, las mujeres han manifestado (no podría ser de otra forma) la igualdad de acción, que le es otorgada por su calidad de ser humano, que en nada se dista el ser varón, del ser mujer.
Merece por tanto, tratar de aproximar un poco de luz a tan significativo tema, planteo, por supeditadamente entonces, afrontar la cuestión desde la matiz antropológica, debido a que el componente último del ser humano reposa indispensablemente en su naturaleza y a partir de ésta, se determina el modo de operar del ser humano.
Bien pues, tomando algunas de los contrastes anatómicos, integrantes del ser humano, se podría considerar que la naturaleza definió muy bien las funciones de cada uno de los sexos, no obstante en el plano espiritual, la diferencia concreta ya no se distingue de ninguna forma, y he aquí, donde el espíritu de la complexión esencial del ser humano, no guarda ninguna diferencia respecto a su calidad de ser. Esto define por sí, la consonancia que despoja entre hombres y mujeres, adjudicando tal igualdad, habría que profundizar un poco en el plano de las perfecciones, (la perfección de ser hombre o ser mujer) y de aquí partimos para explicitar el papel primordial y significativo de las mujeres, en el que a mi pensar, reviste propiamente una mayor importancia en el contenido actual.
Ahora bien, la fisiología de la propia femenina enclaustra la asombrosa organización para ser fértil, de ella estriba la perennidad de la raza humana, la perfección dada a su ser para la persistencia de las generaciones la exige al progreso de la misma, hacer fracasar su naturaleza sería tanto como negarse a sí misma. Estado que se ha transfigurado en un áncora, para su igualdad plena en un mundo laboral cada vez más severo y demandante, someter a concurso su afición de escalar en el campo laboral y desarrollar plenamente sus facultades dentro de un ámbito altamente rivalizado, frustra su condición natural, induciéndola a una angustia, por la tirantez que causa su natural condición de mujer y la responsabilidad que viene aprestada con ésta, por una parte, y por la otra, la exigencia legítima de desarrollo armónico y la cabal completitud de sus dimensiones para lograr la plenitud de su ser.
Por lo que esclarecer el complicado tejido en el cual las mujeres se ven sumergidas, constituyendo parte de un todo, difícil de diferenciar en sus partes, el cual, sin ellas, dejaría de ser lo que legitimamos en el momento mismo de de la indagación. Inadmisible resulta aislar el afán de la mujer en todas las esferas de la competencia humana y apartar al hombre, la complementariedad que requiere nuestra insuficiencia filosófica y existencial para poder perfeccionarnos como personas nos ubica en el terreno de la necesidad de los unos y los otros, sin distinción de sexos; mas allá de la necesidad, el amor (acción que realmente nos sitúa por arriba de nuestra bestialidad) nos une y nos solventa, diluye cualquier trance fundado por la errónea elucidación de nuestras diferencias.
La mujer y la
familia.
Ha sido señalado anteriormente el papel de destacada escala que tiene la mujer para la especie humana, no obstante, su papel va mas allá de ser la consignataria de la origen humano, igualmente en ellas se coloca el resguardo de los valores, que deberán ser transferidos generación tras generación. La enseñanza de los valores, que son extirpados bastamente por las criaturas, que cada una de las acciones de la madre, es vigilada con celo para el aprendizaje y puesta en acción de las capacidades a las que está consentido el nuevo ser, la educación es un aprendizaje el cual en sus primeras etapas, la mujer como madre se precisa a compensar. Considerada como cimiento primordial de la familia, en ella se halla la argolla que afianza la órbita, a ella se somete el afianzamiento de la médula familiar, en ella se vuelcan las inquietudes y errores de cada uno de sus miembros. La mujer como tal, por su gran capacidad de dar comprensión, ternura, cariño, amor es principio eterno en la insigne labor de la formación, la responsabilidad obtenida de facto, por consumarse en lo que es, deja a la mujer muy por superpuesto de la pancista proposición de algunos filosofastros que por su ceguera, las mujeres han sufrido algún tipo de marginación.
La mujer y la
sociedad
Las mujeres actuales, se despliegan y se desenvuelven en un medio que les incita al seguimiento de nuevos fines, los espacios ganados en los terrenos que en un período les fueron limitados y las destrezas que se han forjado a través de los eventos dinámicos en que la sociedad desarrolla actitudes disímiles de participación, han consentido a las mujeres adherirse a nuevos esquemas de ejecución de sus potencialidades, indicando en todos las esferas la capacidad de acción que no solo equipara la capacidad del hombre, sino que más bien en algunas actividades las supera.
La mujer de esta época, se disputa entre su ser y su querer, por una parte está formada de tal manera, que la operación de su complexión le demanda el desarrollo pleno de su naturaleza, en ella reside la fecundación y alineación de nuevas generaciones como un dispositivo cardinal de sí misma. Asimismo, la necesidad de progresión de su ser propio, la importunación de todos sus anhelos, la ejecución en todas las extensiones de su persona. Acrecentado a esta tirantez, las mujeres de hoy se vislumbran en el prosaísmo ilusorio suministrado por los medios masivos de comunicación, el marketing les ha formado un esquema conceptual, que no acepta el desperfecto, una obra de arte sin mancha, inadmisible de ser en la realidad, las somete a tratar de obtener fines poco existentes y extraordinarios. La mujer de en nuestros días, es madre, esposa, profesional, jardinera, educadora, deportista, compañera, amiga, comerciante, cantante, cimiento primordial de la familia (estructura fundamental de la sociedad); de ella estriba en gran medida la actuación social, debido a que la sociedad es la suma de las personas y las personas absorben las primeras impresiones y educación por parte de sus madres, la sociedad tiende a comprometerse con los valores adquiridos.
En tal sentido, es necesario referirse al rol de suma categoría
que debe asumir el Estado para suministrar un desenvolvimiento meritorio y sin temores
para las mujeres que de una u otra manera no se han visto beneficiadas en su
desarrollo personal por argumentos que aquí no tienen preeminencia su evocación.
El soporte a las mujeres, es un deber del Estado, en el ejercicio de la
prevención, (ahora lema en boga) que se concibe por la poca congruencia de armonía
entre madres e hijos, motivado por la penuria que tienen de sustento familiar,
en la cual se utiliza la mayor parte del tiempo para satisfacer las necesidades
básicas. Mujeres íntegras, con un perfeccionamiento
moral holístico, expertas del orden en el cual los valores son una garantía, idónea
de forjar la idea del bien y la persecución por analogía con la naturaleza
humana, son ineludiblemente las formadoras de las descendencias futuras y en
las cuales reincide, en gran parte, el proceder de la sociedad.
Valorar y aquilatar el papel de las mujeres es por hoy, lo más importante que poseen los hombres como varones que son. Redistribuir las compromisos, ennoblecer el papel de madre en la mujer y destacar la relevancia que alcanza para formar las nuevas generaciones, respetar y cooperar para que trascendencia las perfecciones a las que su ser está llamado. Mujeres que alcanzan un desarrollo armónico y pleno, certifican una sociedad integral y sin peligros.
Valorar y aquilatar el papel de las mujeres es por hoy, lo más importante que poseen los hombres como varones que son. Redistribuir las compromisos, ennoblecer el papel de madre en la mujer y destacar la relevancia que alcanza para formar las nuevas generaciones, respetar y cooperar para que trascendencia las perfecciones a las que su ser está llamado. Mujeres que alcanzan un desarrollo armónico y pleno, certifican una sociedad integral y sin peligros.
Referencias Consultadas:
Annett Frayre, Nicolás Gerardo (Alumno de la
Escuela Superior de Filosofía)
Hume, David “Disertación V: de
la inmortalidad del alma, del suicidio” Ed. Océano de México.
Nietzsche, Federico “Humano demasiado
humano” Ed. Editores mexicanos unidos,S.A.
HUMANAE
NOTITIAM PRIMA (Lilele, Marzo, 2011)
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