lunes, 27 de febrero de 2012

CONSTANTEMENTE SE LOGRA VOLVER A COMENZARE


“La vida está compuesta de ciclos, etapas y momentos, unos más suaves o agradables que otros… y cada uno de ellos representa la oportunidad de aprender, crecer y madurar esencialmente. A través de estas experiencias podemos reflexionar y reconectarnos con nosotros mismos y con las herramientas que se encuentran guardadas en nuestro interior. Al mismo tiempo, la mayoría de las veces, la dificultad que enfrentamos nos lleva a recordar la presencia de Dios, a reafirmar nuestras creencias, a rescatar el valor de los afectos en nuestra vida, a movernos suavemente hacia el punto medio o, simplemente, a ubicarnos de nuevo en el presente, para reconocer que estamos vivos.”


            Son muchas las situaciones que le causan dolor al ser humano. Algunas de ellas nos hacen perder la dirección y las ganas de vivir, haciendo que nos enfrentemos al dolor, a la apatía, a la indolencia, al desánimo y hasta a la depresión. Lo más importante, en esos momentos, es recordar que podemos caer y experimentar la pérdida temporal del sentido y la dirección que llevaba nuestra vida… pero luego, tenemos que reunir la fortaleza, el valor y la determinación que nos haga falta para levantarnos y comenzar de nuevo.
            La mayoría de las veces el dolor y la afectación que sentimos nos impiden tener la claridad mental necesaria para analizar la situación con objetividad y ver un poco más allá para descubrir la solución. Por esta razón, es importante abrirnos a la sugerencia o al comentario positivo que nos haga un buen amigo, esa persona que nos quiere incondicionalmente y que tiene la serenidad y la claridad mental, por encontrarse afuera de la situación, para percibir la posible salida o respuesta que tanto necesitamos.
            Ábrete al proceso de aprender y sanar, date el tiempo suficiente para reconocer cuál es la lección pendiente por aprender. Cuando no lo hacemos, el dolor se convierte en rabia, resentimiento, tristeza profunda, desánimo, rebeldía o depresión. Construye una vida nueva y mejor, con dignidad, valor, responsabilidad, alegría, fuerza y fe. No olvides que son los momentos difíciles los que más nos enseñan. ¡Superarlos y usarlos como un trampolín para impulsarte, esto  hará verdaderamente la diferencia!


Claves para volver a comenzar
            Vive tu duelo y trabaja la aceptación. Tómate el tiempo necesario para liberar tu dolor. No trates de invalidarlo o de bloquearlo; lo más sano es dejarlo salir. Acepta lo sucedido sin hacerte muchas preguntas, hazlo con el valor y la determinación de hacer cuanto sea necesario para superarlo, transformarlo o sanar.
            Suelta el pasado y perdona. Mientras más le des vuelta en tu mente al recuerdo de lo que te sucedió, más se profundizará el dolor. Soltar significa dejar ir el recuerdo triste y doloroso para volver a sentirnos bien. Utiliza el perdón si fuese necesario para sanar el dolor y suavizar tu situación.
            Valórate y cuenta contigo. ¡Eres alguien especial, hecho a imagen y semejanza de Dios! Haz contacto con tus talentos, dones y capacidades, evita pensar en tus limitaciones, errores y fracasos del pasado... Estás en el umbral de una nueva vida que traerá consigo lo mejor para ti. Sal a caminar, aliméntate bien, descansa y distrae la mente. Suavízate el momento y acompáñate a vivir.
"Siempre podemos volver a comenzar, y hacerlo con más fuerza, entusiasmo y determinación".
"En lugar de disfrazar tus verdaderos pensamientos o sentimientos, anímate a expresarlos abiertamente a las otras personas sin tener que dar muchas explicaciones"
            Fortalecer tu espíritu. Practica la oración, lee libros de contenido positivo, escucha hablar a personas que te contagien con su entusiasmo, paz y fortaleza, practica la contemplación o la meditación para encontrar, en el vacío de tu mente y la relajación de tu cuerpo, el descanso necesario para recuperar el bienestar más fácilmente. Siéntete querido y acompañado por la presencia de la divinidad, no pienses nunca que estás solo.
            Hacer cosas por otros. Esto nos ayuda a levantar el ánimo y a recuperar el sentido de nuestra vida. ¡No decaigas! No dejes de trabajar, hazlo sin presionarte, pues la actividad distrae tu mente y te desconecta de los recuerdos negativos. Escribe afirmaciones positivas con frases de valor, fortaleza y recuperación. Coloca estas tarjetas en lugares visibles donde te sea posible leerlas varias veces al día, especialmente cuando te sientas decaído.
            Atrévete a decir lo que quieres. En lugar de disfrazar tus verdaderos pensamientos o sentimientos, anímate a expresarlos abiertamente a las otras personas sin tener que dar muchas explicaciones para justificar tus deseos. Encuentra siempre las mejores palabras para decir que no quieres hacer algo, y no te sientas responsable de la situación del otro. Desarrollar el valor y la confianza para expresarte hará que te sientas libre.
            Sanar tus heridas. Suavemente gira tu mirada hacia todo lo bueno, lo bello y lo positivo que ocurre y se manifiesta en este momento en tu vida. Abre una ventana para que el calorcito y el amor de las personas que te quieren y te acompañan entren y te suavicen internamente. Déjate acompañar y distraer, especialmente por aquellas personas entusiastas que hablan del presente, con optimismo y alegría. Retoma lo positivo y envuélvete en esa energía.
            Siéntete agradecido. Haz una lista de todas aquellas personas que alguna vez hicieron algo especial por ti, aun a pesar de no haber hablado con ellas en mucho tiempo. Elige un par de ellas y hazles una llamada para decirles que todavía les recuerdas y agradeces lo que hicieron por ti. Toma la iniciativa al momento de compartir con otros tus sentimientos de afecto y gratitud.
            Crea una nueva imagen. Recuerda que es más importante lo que tú crees acerca de ti mismo, que lo que piensen los demás de ti. Cada vez que te veas en el espejo, sonríe, afloja el entrecejo, siente agrado hacia la imagen que vez reflejada y si encuentras algún rasgo que no te guste, simplemente, acéptalo y trabaja para mejorarlo o transformarlo. Comienza a sentirte a gusto contigo mismo y valórate.
            Concéntrate en ser feliz. Vive cada momento de la mejor manera. Decide que no darás entrada en tu vida a la violencia, al miedo o al malestar con los que otros viven la suya. Réstale importancia a los pequeños eventos que se presenten de forma inesperada en tu día, dales paso y concéntrate en resolverlos de la mejor manera. Potencia todo lo bueno que ocurra en tu día y siéntete agradecido de que así sea.

FUENTE: Mayte Sepúlveda 

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