martes, 28 de febrero de 2012

EL EGOÍSMO EN UNA RELACIÓN DE PAREJA

Son muchos los factores que influyen en  una relación de pareja, la durabilidad de una relación se puede deber a variadas causas, pero lo relevante es la sinceridad y honestidad mutuas, en tal sentido, lo trascendental de ser desleal y deshonesto es que acarrea desconfianza y heridas profundas en la persona objeto del fraude.
            Podría señalarse además, que el irrespeto a veces impera, pues, cuando una persona es objeto de una traición se deprime y su actitud se torna desconfiada y escéptica. Pero el que engaña disfruta de tal situación, es feliz, eso le propina comodidad producto de su egoísmo y poca capacidad de elección, pues evade la realidad y cada vez más miente, el engañado por el contrario se desanima y sufre de una profunda vergüenza, especialmente para consigo mismo, porque usualmente es objeto de desprecios, críticas destructivas, apatía, descalificaciones y agravios, entre otros por parte del ofensor, por tanto el traicionero y mentiroso se convierte en un maltratador psicológico, porque es la manera de ocultar la verdad, es duro, pero tan fácil decir ya no te amo ni te deseo, mejor separémonos. Todo esto, se genera, con el  firme propósito de dominar, subyugar y rebajar al agraviado para desactivarlo y lograr culparle por la situación, ¡pero si el amor se acaba y punto!, nadie tiene la culpa, lo horrible es el engaño. Y de paso exigen que te calmes, que dejes de pensar mal, no inventes… ¿y el corazón partío, qué haces con eso? , no es fácil pasar la página.

            Si bien es cierto, estos cobardes son capaces de responsabilizar a lo que sea y a quien sea, con tal de evadir la situación, en la que te acusan de loca, enrollada, inventora, fastidiosa, mentirosa, malvada, premeditadora, compinchita, como si tu eres incapaz de reflexionar al ver la realidad y, por tanto, sacar tus propias conclusiones, las que te llevaran a tomar una decisión, porque es evidente que ante una relación con heridas por mal trato y traición, la persona agraviada debe tomar una decisión, y la mejor de todas es una ruptura, una separación definitiva mediante el divorcio. Estar allí no es suficiente, hay que estar en cuerpo, mente y alma, lo contrario es desamor, desinterés, agobio… porque te compara, ya no te tolera como eres, y allí empieza la descalificación y la ofensa…
            Alguien se tiene que ir, alguien debe dar el primer paso, y ese alguien siempre es la persona lastimada, porque la otra está cómoda y como no le importa, le da lo mismo. Pues así le acusará de que es ella quien se quiere separar, pero ¿quién puede vivir con un tormento al no ser correspondido en sus sentimientos, pasión y deseos?, es tremendo elegir entre el corazón y la razón, pero es mejor elegir lo que te hace más feliz, y dejar atrás lo que te proporciona infelicidad, asco, molestia, desagrado… 
            Ciertamente el o la agraviada debe disculparse ante la necesidad de  desahogar lo que siente, con expresiones tales como:  “creo que sería mejor estar muerta que con esto tan horrible por dentro, no como, no duermo, no río, no hablo con nadie, hasta a mis amigos(as) les miento para que no nos veamos, no quiero ver a mis hermanos ni a mis padres, quiero desaparecerme hasta que esto se me pase, no quiero amarte, eso me ha hecho un cuantioso daño, porque soy una persona y me considero vigente en todos los sentidos y aspectos, me siento viva, o por lo menos me sentía, ¿qué hago?, no puedo hacer nada de lo que me gusta, no me concentro en nada, quisiera ser yo, mi esencia está dispersa, no se quien soy, que debo hacer, estoy muy confundida, la semana pasada salí del trabajo y cuando me di cuenta de mi estaba en un lugar muy distinto a mi destino, no se como llegué allí ni nada, tomé un taxi y me fui a la casa me acosté y no me paré más hasta salir al trabajo nuevamente… ¿por qué no me escuchas?, ¿por qué no me atiendes?, ¿por qué no me enfrentas y aclaramos las dudas?”, ¿si lo que has hecho y estas haciendo producto de tu traición es tan bueno y beneficioso para ti mientes y lo ocultas?, pero no, eso es muy difícil, para destrozarte totalmente es necesario que te diga: eres una persona ridícula, eso te queda mal, no te juntes con X, no vayas a tal sitio, no comas eso o esto, eres lo peor, bueno le molesta hasta tu respiración, pero no admite la ruptura por el que dirán, y si el o la maltratada se separan ese o esa es la culpable de todo, porque es quien se quiere separar, y quedan ante la familia como las victimas más sufridas y abatidas, solo quieren continuar para no compartir los bienes materiales y para tener a quien dañar y ocultar sus propias deficiencias mentales y sentimentales, producto quizás de traumas de la infancia o la adolescencia, eso se llama baja espiritualidad y decadencia de la personalidad, sin contar con la bipolaridad, aunque ese es otro tema.
En realidad lo que provoca, mientras pasa la tempestad, es esconderse, no hablar con nadie, llorar hasta que las lágrimas se agoten, irse lejos donde nadie te conozca, no recordar, que no te pregunten nada… aislarte sabes! Pero eso es cobardía y te estarías comportando igual que el traidor(a), la realidad hay que enfrentarla, vencer los obstáculos y seguir adelante, con una nueva visión de  existencia, para una nueva y mejor vida, alejada de enfermos mentales y carentes de sentimientos y valores humanos… Quien te maltrata una vez, lo hará siempre, y olvídate que no es precisamente amor lo que por ti siente…

            Y lo peor es que las personas de tu entorno entonces te consideran boba, incapaz, inservible, poco más que nada, porque fuiste incapaz de mantener a esa persona a tu lado. Pero de que sirve que te prepares, que seas condescendiente, que te esfuerces, que logres una buena posición académica y laboral, prestigio personal y profesional, que seas buena madre o padre, que atiendas tu casa y tu hogar, que te destaques en el sexo, que representes a tu pareja donde quiera que estén, que seas transparente y siempre te muestres como eres, ¿de qué sirve?, ¡pues de nada!, el amor se acaba y sin ninguna explicación, y cuando digo sin ninguna explicación es que ni siquiera te dice en la cara ya no quiero nada contigo, esto se acabó, ya no eres el objeto de mi afecto y deseo, es tan sencillo cortarla por lo sano y seguir con una relación muy familiar porque están los hijos de por medio y luego vendrán los nietos,¿ cómo se puede ser tan egoísta? ...”no te amo ni te deseo pero no serás de nadie más, o jodete te detesto tanto que mi deber es causarte la mayor infelicidad posible, o más bien tu eres la o el sirviente mío y de mis hijos no te puedo dejar escapar, o esta otra, ella o el es quien me va a cuidar cuando esté jodido(a)”, y cuantas razones más traídas de los cabellos o tan insólitas e increíbles que cuesta pensar en ello…

            Lo que se escucha entonces es el lamento, me duele, me duele mucho, y no tengo con quien hablar de ello, esto me está matando, quisiera odiarlo(a) y no amarlo(a), por qué me pasó esto a mi, qué le hice, cómo me comporté, por qué dejaste que esto pasara, por qué no fuiste sincero(a), por qué permitiste que alguien estuviese asechando hasta conseguir la oportunidad de darme duro, logrando injurias y tus más absurdos pensamientos hacia mi si prometimos cuidarnos mutuamente….”, por qué la necesidad de hacerme tanto daño, por qué el irrespeto, por qué la desconfianza hacia mi, no soy novelera soy de la vida real, tengo sentimientos y tu me has alejado con tus actitudes, no me permites nada no me perdonas nada… deja de verme como alguien que te molesta, que te vigila, que te espía, que te traiciona, qué te hice para que pasara esto, en qué me equivoqué, o simplemente se acabó porque si… Y todavía el o la engañada da oportunidad “si de verdad quieres estar conmigo, debemos llegar a ciertos acuerdos”, que tontería, plátano maduro no vuelve a verde, y  entonces surgen cavilaciones como estas:
            Respeto, Consideración y confianza mutuas
            Demostración total y completamente del sentimiento que nos une por medio de caricias, besos, atenciones, juegos y acciones que lo propicien y demuestren realmente.
            Transparencia, dejar la mentira, el engaño y la doble vida.
            No permitir que alguien tenga la oportunidad de hacer daño a nuestra relación.

Pamplinas, el traiciona y miente cada vez lo hará más y más, sin parar, porque solo le importa así mismo(a), los demás son irrelevantes, son solo objetos que usan desmedidamente de acuerdo a sus propósitos más despiadados e inmaduros…
            Pero realmente, un maltratador psicológico, es cobarde y  egoísta, lo único que lo satisface es hacerle daño al o a la maltratada, solo eso le permite tener el poderío total de la situación, no perder vigencia ni prestigio ante los demás y por supuesto, ocultar sus más nefastas y recónditas intenciones enfermizas de dominación, aparentar lo que no es, mientras mata lentamente a la otra persona, el único (a) que tiene en realidad la oportunidad de hacer daño a la relación, es el o la propia maltradora (o).
            Hoy por hoy debemos luchar contra lo que sea, inclusive contra nosotros mismos en la búsqueda del respeto y la paz interior, basta de soportar a los enfermos psicológicos del maltrato hacia los demás, y especialmente hacia la pareja. Nuestro deber primordial es darnos a respetar a costa de lo que sea, como dice el dicho popular “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista…” te invito, pues, a revisar el código civil venezolano, allí te enterarás de cuales son tus derechos y deberes en una relación de pareja…

LILELE, 2011

HABLEMOS CON PERTENENCIA

Hombres negativos, de vida amargada, quienes por donde quiera difunden el fracaso, la destrucción, el descalabro, la ruina, desconocen el poder de las leyes mentales de: afirmación, repetición, contagio…
Los seres de pensamiento negativo siempre llevan una vida amargada en lo psíquico-espiritual, afirman el descontento, lo repiten y contagian a todo el mundo con su enfermedad declarada anímica. Olvidan que ante situaciones conflictivas hay que mantenerse serenos como un reloj durante una tormenta…
…¡SÍ PUEDES!
Si piensas que estás vencido, lo estás.
Si piensas que no te atreves, no lo harás.
Si piensas que te gustaría ganar, ganaras.
Pero no puedes, no lo lograrás.
Porque en el mundo encontrarás que el éxito
Comienza con la voluntad del hombre.
Si piensas que perderás, ya has perdido.
Todo está en el estado mental.
Porque muchas carreras se han perdido
Antes de haberse corrido
Y muchos cobardes han fracasado
Antes de haber su trabajo empezado.
Piensa en grande y tus hechos crecerán.
Piensa en pequeño y quedarás atrás.
Tienes que pensar bien para elevarte.
Todo está en estado mental.
Si piensas que estás adelante lo estás.
Tienes que pensar bien para elevarte.
Tienes que estar seguro de ti mismo.
Antes de intentar ganar un premio.
La batalla de la vida no siempre la gana
El hombre más fuerte o más ligero,
Porque tarde o temprano el hombre que gana
Es aquel que “cree Poder Hacerlo”.
(Dr. Christian Barnard)
Recopilado por: LILELE (2011).

LA SOBERBIA

Todas estas palabras  definen a LA SOBERBIA,  son sus sinónimos, pero en realidad, todas a la vez la caracterizan formando parte de ella: ORGULLO, ALTIVEZ, ALTANERÍA, ARROGANCIA, IMPERIO, JACTANCIA, PETULANCIA, INSOLENCIA, quien la practica muestra todas estas actitudes.
El tornado que desvía la vertiente original de la vida, como una monumental cinta sobre los ojos, un espacio irracional que no admite ver colores claros, solo es oscuridad. Te exhibe un mundo de culpables donde tu eres siempre el lastimado, ellos no son más que los consagrados a forjar en tu acontecida vida, todos los incomprendidos espacios fortuitos que día a día hacen tu paso por esta tradición un evento traumático.
            La soberbia no admite medias tintas, ni pactos, ni convenios, la soberbia es la soberana de la razón, desde su pedestal puede mirarlos a todos y señalar con exigencia cada uno de los actos que no armonicen con su criterio, es la matrona absoluta de la preeminencia racional. Está instituida con parámetros radicales, se esconde detrás de los muros sin importar quien queda afuera, su fortuna más preciada es la intolerancia, jamás declina, su deporte predilecto es cerrar los ojos e ignorar muy particularmente a los actos justos.
            Se aferra a los sentidos de las personas con formidables garfios pero muy dóciles, casi no se precisan, te sofoca en sus aguas con el distintivo que te cede respirar, por eso no lo notas, su peor enemigo el convenio, eso le sustrae terreno y es una pompa que no puede darse.
            Escuchar no es su fuerte y por ende  se escabulle, no vaya a ser que alguien le persuada, luego podría razonar y eso sería la hecatombe, después como explicar tanto inexactitud, siempre será mejor hacerse de oídos sordos total, lo que decreta el acto conveniente de no asumir.
            Por cierto, asumir es tan delicado, según ella, eso implica obligación con la verdad y el deber ser ¡por DIOS! Como desaprovechar mi todopoderosa razón, piensa ella.
            Al final de esta cavilación, esta indócil palabra SOBERBIA, custodiada de las más penumbrosas actitudes se escurre discretamente llevando como dotación la imperfección, el resentimiento y la falta de amor por lo imparcial. Ésta viaja entre la gente buscando candidatos para originarse ¿y entonces?, SI LO SABEMOS, CUIDEMOS NO HOSPEDARLA, ELLA PUEDE LLEVARSE LO MÁS IMPORTANTE ¡EL RESPETO POR NUESTROS IGUALES!

EL CANCER, LA RAZÓN IMPERECEDERA, LA CURA, RAZONAR QUE IMPERECEDERO DE LA RAZÓN MATA LA CONCIENCIA

VIVAMOS LA VIDA ABUNDANTE

Al comienzo de un nuevo año, los desafío a que emprendan la búsqueda personal, diligente y sig­nificativa de lo que se llama la vida abundante: una vida llena de éxito, bondad y bendiciones. Del mismo modo que en la escuela se aprenden los conceptos básicos, les ofrezco estos principios básicos a fin de que todos puedan lograr la vida abundante:
Tengan una actitud positiva: El primer principio básico se refiere a la actitud. William James, un psicólogo y filósofo: La revolución más grande de nuestra ge­neración es el descubrimiento de que los seres humanos, al cambiar su actitud mental, pueden cambiar el aspecto exterior de su vida”.
Tantas cosas en la vida dependen de nuestra actitud. La forma en que escogemos ver las cosas y respondemos a los demás marca toda la diferencia. El poner nuestro mejor empeño y luego decidir ser felices en nuestras circunstancias, sean cuales sean, nos trae paz y satisfacción.
Al respecto, Charles Swindoll, escritor y educador, dijo: Para mí, la actitud es más importante que el pasado, que el dinero, que las circunstancias, que los fracasos, que los éxitos, que lo que otras perso­nas piensen, digan o hagan. Es más importante que el aspecto físico, los talentos o la habilidad. Esto determinará el éxito o la caída de una compañía, una iglesia o un hogar. Lo extraordinario es que cada día podemos decidir qué actitud tendremos ese día”. No podemos dirigir el viento, pero podemos ajus­tar las velas. A fin de tener la mayor felicidad, paz y satisfacción posibles, decidamos tener una actitud positiva.
Crean en ustedes mismos: El segundo principio es creer en ustedes mismos, en las personas que los rodean y en principios eternos.  Sean sinceros con uste­des mismos, con los demás y, sobre todo con Dios.
Thomas Fuller, un clérigo e his­toriador inglés que vivió durante el siglo XVII, escribió esta verdad: “No es creyente aquel que no vive de acuerdo con su creencia. No se pongan límites y no permitan que otras personas los convenzan de que lo que uste­des pueden hacer tiene un límite. Crean en ustedes mismos y luego vivan de tal modo que puedan lograr aquello de lo que son capaces. Ustedes pueden lograr lo que crean que pueden lograr. Confíen, crean y tengan fe.
Enfrenten las dificultades con valor: El valor se convierte en una virtud valiosa y significativa cuando se lo considera no tanto como la voluntad de morir con valentía, sino como la determinación de vivir con dignidad. Al respecto, Ralph Waldo Emerson dijo: “Sea lo que sea que hagas, necesitas valor; sea cual sea el camino que escojas, siempre habrá alguien que te dirá que estás equivocado; siempre surgen dificultades que te tentarán a creer que quienes te critican están en lo cierto. El trazar un curso de acción y seguirlo requiere una porción del mismo valor que necesita un soldado. La paz tiene sus victorias, pero se ne­cesitan hombres y mujeres valientes para ganarlas”
Habrá ocasiones en que tendrán temor y se desanimarán; tal vez se sientan derrotados; las probabilidades de lograr la victoria quizá parezcan abrumadoras. En ocasiones tal vez se sientan como David cuando intentó luchar contra Goliat; pero recuerden: ¡David ganó!
Se necesita valor para dar el pri­mer paso hacia nuestra meta anhe­lada, pero se necesita aún más valor cuando uno tropieza y debe hacer un segundo esfuerzo para lograrla.
Tengan la determinación para reali­zar el esfuerzo, la intrepidez para tra­bajar a fin de alcanzar una meta digna y el valor no sólo para enfrentar las dificultades que inevitablemente llegarán, sino también para reali­zar un segundo esfuerzo, en caso de ser necesario. A veces el valor es esa vocecita que, al final del día, dice: “Mañana volveré a intentarlo”.
Suplico que recuerden estos principios básicos al comenzar la jornada hacia el nuevo año, que cultiven una actitud positiva, una creencia de que se puede alcanzar cada meta y resoluciones trazadas y el valor para enfrentar cualquier desafío que se presente en el camino. Entonces, y solo así,  disfrutaremos de una vida abundante.


TOMADO DE THOMAS S. MORSON (ENERO,2012)
                                                             MODIFICADO POR LILELE(FEBRERO, 2012)

lunes, 27 de febrero de 2012

LA COHERENCIA, LEY GENERAL DE LA ACCIÓN HUMANA


Por acción, debe entenderse en el presente contexto, el ejercicio de una actividad, independientemente de que ésta implique o no potencia pasiva y también independientemente de que su perfección permanezca en el interior del agente o que recaiga en otro diferente de él. De este modo el término acción engloba los de movimiento y operación.
La acción humana se encuentra constituida, ante todo, por los pensamientos y las voliciones, y, consecuentemente, por la acción interna de otras facultades y por la acción externa.
En la medida en que escapan a la fatalidad del determinismo de la naturaleza irracional, las acciones del hombre pueden decirse humanas. Ciertas acciones son de suyo humanas —como los pensamientos y las voliciones— porque son de suyo racionales. Otras lo son porque pueden ser informadas por la inteligencia; esta esfera está constituida por los llamados actos imperados por la voluntad. Por último, ciertas acciones se encuentran marginadas de la razón porque ni son intrínsecamente racionales, ni tienen potencia para ser informadas por la razón —tales son las funciones vegetativas— y por eso permanecen ajenas a   la consideración   de acciones humanas.
La coherencia se predica propiamente del pensamiento, y, en sentido preciso, de las relaciones de los juicios entre sí, en función de la verdad.
Para calificar a un pensamiento como coherente, éste debe cumplir con las siguientes condiciones parciales:
1. La no-contradicción de los principios   (juicios primeros inmediatamente evidentes)  entre sí.1
2. La no-contradicción y la secuencia lógica de las conclusiones con respecto a sus principios.
3. La no-contradicción entre las distintas conclusiones de un mismo principio y de las distintas conclusiones de diversos principios entre sí.
4. La no-contradicción   entre las   implicaciones de   las   conclusiones.
5. La no-contradicción entre los juicios del entendimiento especulativo y los del entendimiento práctico.
Para ello es indispensable:
a) La constancia de los juicios originantes   (juicios-nervadura).
b) La revisión continúa de los juicios originados y de las implicaciones.
En síntesis, un pensamiento es coherente si sus juicios —ya originantes, ya originados— y las implicaciones de esos juicios relacionados entre sí, no se oponen en la tabla de la verdad.
En tanto que la persona humana difiere del animal en que aquella actúa en función de su inteligencia —de una inteligencia que la guía desde dentro— la coherencia en la persona humana consiste en actuar conforme a lo que se juzga y juzgar conforme a lo que se es —persona humana, sujeta a someter su juicio a la naturaleza de las cosas.
El análisis de la coherencia de la persona humana debe calcarse del análisis de las diversas funciones de las facultades humanas, y de su mutuo enfrentamiento.
Los tipos de incoherencia.
El divorcio entre el pensamiento y la acción transitiva, se funda en un juicio del entendimiento especulativo, con un contenido como el que se ejemplifica: “una cosa es pensar y otra hacer”, o bien, “una cosa es el pensamiento y otra la realidad”. Pero, ¿cuál es la condición de posibilidad que permite el compromiso personal con un juicio como los anteriores? ¿Puede tratarse simplemente de un lugar común? En mi opinión, cabe en el fondo de un juicio con semejante contenido, el convencimiento de la postura racionalista frente al problema del conocimiento.
El nominalismo mitigado2 suele pasar por la vida filosófica bajo la insignia del realismo: se hace profesión de fe en lo que se refiere a la independencia de la realidad en función del conocimiento y a su prioridad sobre las consideraciones científicas y gnoseológicas en general. Frente al idealismo, la postura es contrastante en la solución, aunque semejante en el planteamiento del problema gnoseológico; en ambos casos la estructura es similar: ¿Prioridad de la realidad sobre el conocimiento o del conocimiento sobre la realidad? El eje común consiste en separar y aún oponer aquellos dos términos, como si el conocimiento no lo fuera de la realidad, o como si no lo fuera, al menos, el conocimiento abstracto. Existen dos maneras fundamentalmente diversas de considerar la abstracción: o bien como un proceso natural y espontáneo de la mente, vía imprescindible para cualquier tipo de conocimiento intelectual, -también vulgar-, o, por el contrario, como un mecanismo más o menos artificial cuyo resultado no puede ser otro que la disociación entre la realidad y el conocimiento, entre el pensamiento y la vida, entre la teoría y la praxis.
El divorcio, la incoherencia entre la verdad especulativa y la práctica, se fundamenta en no considerar que lo contingente es un modo del ser de lo necesario corno una manera de no ser necesario.3 Puede deberse también al nominalismo mitigado que tiende a refundir al conocimiento práctico en la acción transitiva, y, en ocasiones, en el ámbito afectivo.
La ruptura entre el juicio práctico y la volición ilícita no cabe sino a través de la decisión de no decidir, o, lo que es lo mismo en el fondo, a través de la decisión de aplazar las decisiones perfectas indefinidamente. La tesis de fondo que respalda semejante actitud, no puede ser sino el voluntarismo, esto es, el convencimiento de que la voluntad no sólo tiene la última palabra con respecto a la elección, sino que es capaz de suplir por el ejercicio deliberativo, y que está absolutamente por encima de las motivaciones, o bien dependiendo fatalmente de las más fuertes.
El corte entre el juicio práctico y la acción imperada funciona como alienación. Ella consiste, precisamente, en la ejecución, sin más fundamento que la permisión voluntaria, pero habiendo dejado de lado el proceso deliberativo, y por tanto, la iluminación intelectual.
La contradicción entre afirmaciones del entendimiento especulativo, es en parte, la raíz de la incoherencia en otros ámbitos, y, definitivamente, la causa última de cualquier estilo de incoherencia es un juicio erróneo del entendimiento especulativo.



La incoherencia especulativa
En el ámbito de la incoherencia entre juicios especulativos se encuentra la “doctrina de la doble verdad”. Gracias a esta doctrina un sujeto puede certificar la verdad de un juicio especulativo y la de su opuesto4 con tal de que afirme que estas verdades se dan en planos diferentes.
La doctrina de la doble verdad constituye, desde luego, un peligro muy grave —quizá el más grave de todos— para la coherencia, y sin embargo, tiene, para fundamentarse, razones de peso.
Vale la pena detenerse en este punto. Dos juicios emitidos desde dos ámbitos distintos del saber, pudiendo parecer, formalmente, contradictorios, pueden muy bien no serlo materialmente, ser realmente compatibles. Las proposiciones: “Todo ser vivo nace y muere”, “Dios es un ser vivo”, son ejemplos de juicios emitidos desde la biología y desde la filosofía, respectivamente, verdaderas ambas y formalmente contradictorias, y sin embargo, materialmente compatibles desde el momento en que se comprende que todo juicio pronunciado desde una ciencia particular debe matizarse con otro juicio suplementario, tal como: “entendido que la biología se refiere a todos y solamente a los vivientes que caen bajo su objeto, esto es, a los vivientes corpóreos.”
Por otra parte, es fundamental comprender que multitud de juicios dictados desde distintos ámbitos del saber, se oponen, en efecto, formal y materialmente, y son incompatibles. En otras palabras, las diferencias entre los niveles del saber, incluso si se trata de niveles tan ajenos como los del saber natural y el sobrenatural, no se resuelven todos los problemas de incompatibilidad judicativa sólo por apelar al sentido real y contextual de los juicios. Por el contrario, para poder hablar de coherencia, es precisa la traducción de los juicios expresados en los distintos dialectos del saber, al lenguaje común del conocimiento humano, capaz de abarcarlos a todos. Este lenguaje común no puede ser otro que el lenguaje del ser, un lenguaje anclado en la metafísica, es decir el lenguaje de la filosofía. Únicamente el saber que puede alcanzar explicaciones definitivas es capaz de determinar el nivel de profundidad con la que explican otros saberes, lo mismo que definir la extensión de sus dominios respectivos.
La coherencia especulativa, de la que pende cualquier otro tipo de coherencia en el hombre, implica, al menos, el recto aprendizaje de las verdades claves de la filosofía, y la oportuna apreciación de sus implicaciones.
La doctrina de la doble verdad no escenifica el único yerro del que resulta la incoherencia teórica. El relativismo, el subjetivismo, el escepticismo, el pragmatismo y el sincretismo constituyen otras tantas fuentes para la incoherencia especulativa.
La principal, entre ellas, es el escepticismo. Hay que tener presente, cuando se trata de este error, que caen lo mismo bajo su denominación los escepticismos parciales —racionalismos, empirismos, idealismos— como el escepticismo total. Resulta bastante claro que quien, presa del escepticismo, pone en duda la capacidad de conocer, observará una conducta fundamental de suspensión del juicio, aun sin razón alguna para suspenderlo. Puesto que la inteligencia, por su naturaleza misma tiende a la verdad, y no cabe la verdad sin el juicio, una actitud fundamentalmente dubitativa constituye un atentado contra la inteligencia. Respecto a los escepticismos parciales, quedan también afectados por esta crítica en la medida y en el ámbito del conocimiento en el que se introduzca esa parálisis del intelecto que es la duda.
El relativismo, en contraste con el escepticismo, bien puede escapar de la duda. Cabe, para quien lo profesa, que varios juicios incompatibles entre sí, me¬rezcan todos el calificativo de verdaderos gracias a las diferencias de los sujetos que los pronuncian o de las circunstancias en que lo hacen; y cabe, además, que el carácter de tales afirmaciones verdaderas sea también cierto. En síntesis: no puede hablarse de la verdad, sino de las verdades, mutables, cambiantes, provisionales, parciales y, por tanto, relativas. Ante una doctrina de este tipo, hablar de coherencia resulta un sinsentido, porque en su contexto no cabe la incoherencia.
Para el subjetivismo, la verdad es el resultado mecánico de la apetencia del sujeto, ya que es el sujeto el elemento definitivo —principal si no exclusivo, dependiendo de las postulas gnoseológicas— en el conocimiento. Por eso la opinión tiene tanto peso como la certeza; y el juicio práctico tanto valor como el especulativo, porque todas estas actitudes psico-gnoseológicas proceden lo mismo del querer -apetecer es más preciso- del sujeto.
Para el escepticismo no es necesario juzgar, para el relativismo, no es necesaria juzgar coherentemente, para el subjetivismo la coherencia es espontánea, se identifica con la apetencia subjetiva. El denominador común consiste en el desprecio por la coherencia, la incoherencia para estas posturas no implica nada negativo.
En un ámbito más reducido, niegan la importancia de la coherencia el pragmatismo y el sincretismo. Para el pragmatismo, el territorio de la coherencia se reduce al ámbito de los resultados. Para el sincretismo el valor de la afición por los opuestos tiene prioridad sobre el valor de la coherencia.
Cualquiera entre los tipos de incoherencia mencionados, tiene su causa en un juicio erróneo especulativo. El modo de corregir una actitud incoherente en un hombre cuerdo, es buscar cuál es el juicio erróneo del que tal actitud pende y rectificarlo.
Cuando alguna idea no es operativa, ello puede deberse a tres causas: o bien se trata de una idea errónea, o se anula su fuerza por incongruente con otros juicios en su orden, o —si se trata de un juicio práctico— resulta irrealizable por incompatible con el contexto real.
Los universos psicológicos.
Existen en el hombre ciertos tipos de acción, que aglutinan alrededor suyo un cúmulo de decisiones, de juicios, de actitudes posteriores, constituyendo así un sistema, un universo. Hace falta examinar cara a la coherencia, no sólo los universos, sino los universos entre sí.
Cimentan universos, actitudes psicológicas radicales: como la concepción de la felicidad, como la posesión inmediata y a corto plazo de los bienes patentes, como la decisión de sufrir en cada momento lo menos posible, como la determinación de la defensa de los bienes propios incluso a costa del atropello de los bienes ajenos, como la decisión de no decidir nada sino provisionalmente, etcétera.
Por su duración, ciertas acciones se constituyen en universos fundantes, tales como las decisiones vitalicias. Naturalmente todo otro universo psicológico que no encaje con un universo fundante vitalicio, tenderá a ser negado o a convertirse en universo vitalicio sustitutivo de aquel.
La revocación de una elección que haya funcionado como universo vitalicio, producirá una conflagración, y obligará a la revisión de los universos psicológicos dependientes de aquél. Esto confirma, que así como una elección vitalicia procura al sujeto una plenificación psicológica descomunal, su revocación suele implicar tan cuantiosas y profundas revisiones de los universos dependientes, que puede significar su ruina —en la medida, sobre todo, en que afecte más o menos al fin último del hombre.5
Por su primado jerárquico también se constituyen en universos fundantes, ciertas decisiones. Estas subrayan aún más que las anteriores el contenido de los valores y sus relaciones mutuas. Multitud de universos dependen de éstos como dependen los medios con respecto a los fines, y como depende lo secundario con respecto a lo principal. Quien estime primordialmente el valor económico (monetario) fundamentará multitud de universos psicológicos en el universo fundamental jerárquico de esta estimación. Muy distinto resultará el conjunto de universos anclados en la jerarquía máxima de los valores culturales, o de los religiosos.
Por su carácter condicionante, ciertos universos asumen el papel de antecedente obligando a otros a funcionar como consecuentes. No es preciso que estos universos tengan un carácter vitalicio ni tampoco un primado jerárquico; sin embargo, junto con los anteriores funcionan como elementos originantes, corno integrantes de la axiomática psicológica.
La integridad, característica ineludible de la verdad.
Desde el momento en que la inteligencia se abre al ser, se patentiza que su objeto no está constituido por una parcela del ser ni por alguno de sus aspectos: todo lo real es su herencia. La inteligencia humana alcanza algunos seres —o algunos aspectos del ser— inmediatamente, otros mediatamente y algunos de modo indirecto. De ahí la necesidad del proceso raciocinante. Si se negara el conocimiento discursivo, la inteligencia humana quedaría reducida a un ámbito más estrecho que el del conocimiento sensitivo. Por otra parte, la condición cíe posibilidad del conocimiento discursivo es el carácter expansivo de la verdad: una verdad implica otras muchas y las relaciones entre juicios verdaderos fecundan verdades nuevas. En suma, no cabe hablar de verdades aisladas, sino de juicios verdaderos concatenados entre sí. Su ley, se llama coherencia.
Cuando en un contexto de verdad se introduce un juicio falso, el contexto completo se corrompe. La razón ya se apuntaba antes: el objeto del intelecto es el ser en cuanto verdadero, y no un aspecto verdadero de un ser particular. Esta necesidad de síntesis universal es un testimonio de la naturaleza racional del hombre.
Traicionar la verdad —que representa la adhesión del intelecto con la realidad— equivale a traicionarse a sí mismo.
Las virtudes, garantía de la coherencia.
Las virtudes de la voluntad postulan decisiones fundamentales basadas en un modo de juzgar (en su orden práctico) coherentemente, e implican una certeza (premisa indispensable de esos juicios prácticos) especulativa. Y además estabilizan y facilitan ese modo coherente de juzgar.
La falta de virtud, en un hombre con uso de razón, el obrar ordinariamente de acuerdo con las disposiciones subjetivas, es síntoma de la ausencia del juicio intelectual, y caracteriza las conductas cuya homologación con el deber ser es principalmente externa, cuya regla es más la receta funcional que la prudencia y cuya iluminación está marcada por la imaginación por encima de la inteligencia. Este tipo de conducta responde al infantilismo y es letra muerta.
Las virtudes intelectuales estabilizan y facilitan la coherencia del orden especulativo. El conocimiento científico sin coherencia es imposible. La sabi¬duría sin coherencia es impensable.
En el extremo opuesto a la estabilidad en la coherencia que proporciona la virtud, se encuentra el provisionalismo especulativo universal, y el provisionalismo práctico universal. Es de sabios cambiar de opinión y de necios cambiar de certeza —como norma de conducta.
La coherencia no implica uniformidad, es lo opuesto a una postura monolítica, requiere armonía y unidad en la multiplicidad y en la variedad. Exige distinguir para unir.
La coherencia, ley fundamental del psiquismo humano.
Lo es, porque el entendimiento y la voluntad están ordenados al ser como verdadero y como bueno, y se unen en su objeto en el que se identifican realmente ambos aspectos, permaneciendo, sin embargo, como dos facultades distintas. El hecho de ser distintas, significa que cabe una ley por encima de las leyes propias de ambas facultades, ley exigida en virtud de la unidad del sujeto: se trata de la coherencia. Lo es porque la verdad implica integridad, el bien apetecido por la voluntad supone conocimiento intelectual, y la acción externa pende, lo mismo, del intelecto, porque en el hombre el punto alfa es la inteligencia.
Fuente: Universidad Panamericana- México. Revista Sapientia de Buenos Aires
MEXICO.  20 de septiembre de 2010  Autor: Maria de la Luz García Alonso



“AMOR Y CONTROL”


Saliendo del hospital
después de ver a mi mamá
luchando contra un cáncer
que no se puede curar

Vi pasar a una familia
al frente iba un señor de edad
una doña dos muchachos
y varias personas mas

De la mano del señor
Un hombre joven caminaba
Cabizbajo, y luciendo
Arrepentido él era la
Causa de una discusión,
Familiar de la que nos enteramos,
al oír al señor gritar

Aunque tu seas un ladrón y
Aunque no tienes razón yo
Tengo la obligación de socorrerte

Y por más drogas que uses
Y por más que nos abuses
La familia y yo tenemos
Que atenderte

Solo quien tiene hijos entiende
Que el deber de un padre
No acaba jamás

Que el amor de padre y madre
No se cansa de entregar
Que deseamos para ustedes
Lo que nunca hemos tenido

Que a pesar de los problemas
Familia es familia y cariño
Es cariño

Los vi marcharse con su llanto
Su laberinto enfrentado en la
Buena y en la mala

Juntos caminando
Y pensé mucho en mi familia
Los quise tanto aquel momento
Que sentí que me ahogaba en
Sentimiento

Aquel muchacho
Y mi pobre madre
Dos personas distintas
Pero, dos tragedias iguales

Cuanto control y
Cuanto amor
Tiene que haber en una casa
Mucho control y
Mucho amor
Para afrontar a la desgracia

Por más discusiones que haya
Dentro de tu casa
Por más que creas que tu amor
Es causa perdida
Ten la seguridad de que ellos te quieren
y que ese cariño dura
Toda la vida

Mantén amor e incoguerencia
Siempre frente a la pena
No olvides la esperanza y el sentimiento

Dando la espalda
No se van los problemas
Ni la impaciencia resuelve
Los sufrimientos

Amor y control
Ruben Blades

LILELE