El desgaste profesional puede deberse a una mala organización de las
tareas por parte de la Empresa o a la propia autoexigencia Sobrecarga de trabajo, expectativas
demasiado altas o falta de directrices claras por parte de los responsables de
una empresa. Hay múltiples factores que pueden conducir a un empleado a sufrir burnout, en
español síndrome del trabajador quemado. “Todavía se está estudiando la
definición más exacta, pero se refiere a un estado de agotamiento y un
sentimiento de falta de eficiencia que derivan en negligencia con los objetivos
a cumplir por parte del trabajador”, señala Jesús Montero-Marín, psicólogo
clínico e investigador en el Instituto Aragonés de Ciencias de
la Salud.
El término no es nuevo. El psiquiatra estadounidense Herbert
Freudenberger lo acuñó en 1974 en el libro Burnout: The High Cost of
High Achievement y lo definía como la falta de motivación o
incentivos, especialmente cuando no se alcanzan los resultados deseados.
Freudenberger publicó este estudio después de trabajar como voluntario en una
clínica de desintoxicación neoyorkina y observar que la mayoría de sus
compañeros sufría una progresiva pérdida de energía al año de empezar a
trabajar, acompañada de síntomas de ansiedad y depresión. Todo ello por la
falta de recompensa o satisfacción con ese tipo de empleo.
“El síndrome se origina por el padecimiento de estrés laboral crónico y
la principal diferencia con una depresión es que mientras ésta conlleva agotamiento
y falta de ilusión por la vida en general, el burnout se restringe
al ámbito del trabajo. Si no se trata a tiempo, puede acabar afectando a todos
los niveles”, señala Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad
Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad
Española para el Estudio de la Ansiedad y la Depresión.
¿Cómo puede una persona saber si lo padece? Si se levanta habitualmente
cansado y sin ganas de ir a trabajar pese a haber descansado más de siete
horas, siente que está dejando de lado su vida personal para atender sus tareas
laborales y lo que inicialmente le proporcionaba desafíos y gratificaciones le
resulta indiferente, ahí puede saltar la alarma. Otro indicador es que la
calidad de las interacciones con las personas a las que atiende sea cada vez
peor, o que tenga el sentimiento permanente de ser ineficiente. “A nivel
psicosomático se puede manifestar con insomnio, problemas en la piel, dolor de
cabeza… A cada uno se le puede manifestar de una forma distinta, según su
tolerancia al estrés y sus características personales”, indica el psicólogo
Jesús Montero-Marín, miembro de un grupo de investigación sobre burnout integrado
por laUniversidad
de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.
El grupo de investigadores de la
Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud ha
identificado tres perfiles de burnout:
- Frenéticos: son
aquellos trabajadores que tienen la sensación de estar sobrecargados,
abandonando su vida personal y su salud para atender las tareas laborales.
- Sin desafíos: se
sienten indiferentes hacia las tareas que tienen que realizar. No se sienten
motivados y tienen en mente cambiar de trabajo. Suele asociarse a profesionales
ligados a trabajos de tipo administrativo o burocrático.
- Desgastados: sienten
que no controlan los resultados de su trabajo y que no se les reconoce el
esfuerzo. Finalmente, optan por ser negligentes y por abandonar sus
responsabilidades.
Los tres estadios requieren de un terapeuta que diagnostique el grado y
ayude a reorganizar los pensamientos, sentimientos y conductas.
Montero sostiene que el papel de las empresas para prevenir este
síndrome es esencial, ya que muchas veces se debe a la falta de organización de
la propia compañía. “Estilos de mando excesivamente rígidos que no permiten al
trabajador tomar decisiones, horarios poco flexibles o formas inconsistentes de
premiar o castigar el esfuerzo son algunas de las dinámicas que deben
analizarse y modificarse”, asegura el psicólogo. Una de sus recomendaciones es
que las empresas integren en sus programas formativos talleres que enseñen a
sus empleados herramientas para hacer frente al estrés. El procedimiento a
seguir es que un grupo de expertos evalúe el nivel de agotamiento de la
plantilla, diagnostique el estado de los trabajadores y ofrezca un tipo
determinado de intervención, normalmente basado en técnicas de relajación como el Mindfulness -práctica
de origen budista que sirve para tratar problemas a asociados al estrés y al
dolor crónico-.
Su última experiencia fue con el grupo Inditex, donde comprobaron que tras dedicar los
últimos diez minutos de la jornada laboral a realizar ejercicios de
estiramientos, los indicadores de agotamiento de los empleados se redujeron de
forma notable. “El capital humano es un valor muy importante de las compañías.
A una persona formada que desempeña bien su trabajo, hay que cuidarla”, remarca
Montero.
Aunque las personas que sufren este síndrome requieren la intervención
de un terapeuta para restaurar sus pensamientos, emociones y conductas, este
especialista recomienda seguir estas pautas:
§ Reducir los niveles
de activación. “Se trata de hacer higiene a nivel de carga de trabajo”, señala Montero.
Si en la oficina es complicado disminuir las tareas, hay que buscar un momento
del día para dedicarse al ocio, tanto a practicar deporte como a hacer vida
social para no tener la sensación de soledad y aislamiento. Este punto también
implica cambiar los esquemas mentales. “Hay mucha gente que cree que si no hace
las cosas perfectas no están bien hechas. Hay que enseñarles que los resultados
no dependen únicamente de ellos. Otros piensan que no se valora su esfuerzo y
que hagan lo que hagan cobrarán lo mismo a final de mes. Esa es una respuesta
de adaptación al estrés que provoca que de manera inconsciente vayan reduciendo
su nivel de implicación”, explica.
§ Llenar de
significado el trabajo. Consiste en identificar nuevas metas y desafíos.
El modo de conseguirlo es abandonar la conducta de hacer las tareas de forma
rutinaria y hacerlas de manera consciente. “A través de técnicas como el
Mindfulness se desarrolla la atención plena que permite ser consciente de lo
que se hace en cada momento y centrarse solo en eso”.
§ Disfrutar con el
mero hecho de hacer bien las cosas. Esperar únicamente gratificaciones
económicas al final de mes es un error. “Aprender a sentirse satisfecho con un
trabajo bien hecho es crucial, entender que las recompensas nunca van a ser al
100% porque no existe la perfección”, detalla Montero.
En España no existen datos del nivel de burnout entre
los trabajadores. El grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y el
Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud publicó en 2011 un estudio que
señala que el 30% de los profesores de primaria de las escuelas públicas
aragonesas podría sufrir el síndrome, un porcentaje que en el caso de los
docentes de secundaria podría superar el 40% y en el de los empleados de las
universidades -personal administrativo, investigadores y profesores- podría
rondar el 18%. “El diagnóstico no es fácil. En España hay muy pocos psicólogos
especializados en burnout. Todavía queda mucho por
investigar”, apunta Jesús Montero.
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