miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS PENSAMIENTOS EMOCIONALES DAÑINOS



Las personas perecieran que nos desarrolláramos en una sociedad emocionalmente enferma. Existen emociones que al transformarse en estados parasitarios socavan la energía y frenesí de las personas. Estos pensamientos gorrones zanjan, lesionan y hacen desnaturalizada la vida de quienes lo sobrellevan. Las emociones enfermizas terminan perjudicando la salud física, corporal y social de la persona que los sufre.
Las emociones parasitarias de odio, frustración, apatía, envidia, timidez, pánico, preocupación o  venganza no sólo son crónicas en sí mismas, además, inducen un estado de enfermedad mental que finaliza perturbando inclusive la salud corporal.
Las emociones destructivas provocan incomodidad no únicamente en la persona que las sufre sino que se propagan como en frecuencias continuas en el medio de los seres con los que se coexiste. Las emociones son contagiosas: si uno se ríe todos ponen cara de sorpresa y de alegría, finalizando al compartir la sensación de felicidad. Paradójicamente,  si las personas  en nuestro entorno se sienten tristes y acongojadas esa sensación de abatimiento, de desinterés y de nostalgia desconsoladora penetra el ambiente físico y emocional de quienes están cerca.
Las emociones negativas y nocivas de odio, de culpa, de envidia, de insatisfacción permanente, de agitación, de desesperanza, de desconfianza necesitan un tratamiento quirúrgico de intervención radical cuando se han excedido bien por su intensidad o bien porque perduran  durante mucho tiempo afectando el estado de ánimo y la personalidad global del sujeto. Si una persona vive durante años triste bajo el influjo del dolor, la preocupación, el desengaño, acaba siendo una personalidad melancólica e impotente. Las  emociones negativas o positivas suelen ser estáticas es decir están actuando permanentemente sobre el sujeto y sobre su ambiente como si de un campo magnético con electrones negativos y con fuerte carga destructiva se tratara.
¿Se puede evitar el estado  emocional enfermizo, destructivo, negativo y doloroso? Las emociones negativas están actuando de modo permanente y acaban corroyendo y destruyendo el buen carácter de las personas y de los seres que conviven con ellas. Son como un cáncer que lo va invadiendo todo.
Una sociedad en la que abundan en porcentajes elevados las personas tristes, insatisfechas con su trabajo, a disgusto en su dinámica relacional con las personas con las que conviven o con las que trabajan, acaba siendo una sociedad enferma, caracterizada  por un clima sociocultural exacerbado por la irritabilidad, la bronca, la pelea, la agresividad y el desasosiego. En este caso se precisaría una terapia socio-política a gran escala a través de los medios de comunicación, mediante la acción generalizada sobre el mayor número posible de personas en las organizaciones laborales, en los partidos políticos, en los centros educativos, en los espacios del ocio. La sociedad deprimida tras una catástrofe natural, una guerra requiere un tratamiento de choque y restablecimiento del equilibrio y bienestar emocional.
Son variados los caminos que podemos seguir en la dinámica de la intervención para erradicar la emocionalidad negativa, parasitaria, destructiva y enfermiza. Por ello, lo preciso sería realizar un diagnóstico individualizado y colectivo
En primer lugar se precisa de un diagnóstico individualizado y colectivo, una toma de conciencia de cómo los están afectando los estados emocionales de ira o de venganza, de tristeza o dolor, de culpa o inhibición.
Se obliga, además,  tomar conciencia también de las causas que explican nuestro estado de ánimo de tristeza o de angustia, para intentar erradicar los problemas y los factores o circunstancias que generan esa situación anímica. Se trata de ofrecer una dinámica resolución creativa de problemas buscando alternativas eficaces a ese estado emocional de tristeza, por ejemplo escuchando una comedia, asistiendo a espectáculo teatral divertido, viendo o practicando actividades que nos producen placer y alegría como puede ser el baile, la canción, o escuchar a un  humorista.
En la dinámica de superación de los estados emocionales negativos o destructivos podemos seguir algunas de estas recomendaciones.
Se ha de efectuar como una acción  purgativa o quirúrgica, que consiste en vaciar o eliminar ese estado, modificando todo aquello que nos produce desagrado, tristeza o ira. Se trata de aplicar el símil del sistema excretor humano  que va eliminando  los detritus del  sistema inmunológico linfático, los virus, las bacterias, los residuos nocivos para el organismo a través de la vejiga, de la orina o de la evacuación.
La dinámica de la purga, reside en eliminar mediante actividades patéticas de movimiento o agitación las sensaciones parasitarias que impiden e inducen un estado emocional de molestia, resentimiento e insuficiencia. Se trata de superar mediante una acción exagerada de carácter polémico y discordante aquellos espíritus perversos, los virus insensatos que se zarandean en los sumideros de nuestro yo emocional.
Muy a menudo se precisa una intervención esencial en la que interceda un cirujano, un psicólogo, un amigo  o persona que nos entienda, nos fortalezca y nos abra los ojos a la esperanza.
Por lo regular es preciso curarse en salud, atendiéndose con cariño y prontitud como cuando uno tiene una malestar corporal, proporcionándose los cuidados precisos, comprando objetos que nos gustan, acompañándonos de  las personas con las que nos sentimos a gusto, porque nos comprenden, nos soportan, nos compadecen, nos animan y nos ayudan a entender mejor la vida y a vivir con  tranquilidad y felicidad.
Sería muy recomendable crear vacunas antidepresivos, antiodio, antiviolencia, antitristeza,  anti abatimiento, antivenganza,  antirabia, algo así como  una vacuna preventiva. ¿Cómo podemos prevenirnos para que las emociones negativas no se conviertan en un virus que acabe con nuestra salud emocional?
¿Cómo podríamos hacer para que desaparezca  el malestar emocional de la envidia, del fracaso, de la inhibición, de los miedos, de los malos tratos, del desamor, de los odios,  y el equilibrio y encuentro emocional agradable  puedan alcanzar a todas las personas que tenemos cerca  o  están lejos?
Se trata de una terapia emocional creativa, expresiva y liberadora extendida en la familia, la escuela, los grupos de amigos y los programas de televisión. En ella habrá  de tenerse presente la evitación, denuncia o rechazo de la tipología de emociones nocivas y dañinas que emponzoñan las relaciones humanas en la familia, la escuela y la empresa, dejando como resultado enfermos crónicos, de por vida, a seres alicortados, maltrechos, bonsáis, que han nacido con una genética de seres multidimensionales, talentudos y poderosos en su interior disminuido.
 


TIPOLOGÍA DE EMOCIONALIDAD NEGATIVA TÓXICA.

 LA EMOCIONALIDAD ACHACOSA DESVALORIZANTE ESCULPIDA.
Exploremos algunos de los pensamientos emocionales que constituyen la base de una emocionalidad negativa argumentada en frases y razones mentirosas, como por ejemplo: Me das asco. Tú no vales nada. Eres un inútil. A ver  cuando aprendes. Siempre te  estás equivocando.... Se trata de frases asesinas que  hemos escuchado durante mucho tiempo en la familia, en las aulas, en el grupo de amigos que nos quieren  pero  que nos hacen  mal y nos dañan señalándonos permanentemente nuestros defectos sin ayudarnos u ofrecernos vías de mejora y resolución.
A menudo estas conductas emocionales negativas son el resultado del recuerdo grabado a sangre y fuego en la memoria  afectiva desde la infancia por experimentar el carácter envidioso o triste o deprimido de las personas que amamos y que nos modelan cómo pueden ser nuestros padres, nuestros abuelos o nuestros hermanos. Las conductas emocionales negativas de tristeza o de odio permanente acaban constituyendo un troquel en el que se conforma, se modela y se configura un estado emocional que afecta a la personalidad entera del sujeto, constituyendo un rasgo definitorio de su carácter. En este sentido la influencia negativa de los amigos, de los padres, o de las figuras de autoridad y de prestigio suelen ser muy contraproducentes o muy beneficiosas dependiendo del estado o tendencia emocional de las personas a las que admiramos, que se convierten por el afecto, el aprecio  o la alta valoración en figuras modélicas de influencia fuerte  consciente e inconsciente.
LA IMPACIENCIA PRÓXIMA A LA INCERTIDUMBRE.
A menudo nos preocupamos sin querer por cosas que han ocurrido, que nos han disgustado, que nos han proporcionado dolor o malestar. Están en nuestra conciencia de modo permanente. Nos afectan directamente, convirtiéndonos en personas tristes ansiosos o angustiadas.
De esta preocupación continúa se deriva un estado de impaciencia, de agitación, de excitación irritable,  o de  estrés nervioso emocional. Se trata de una preocupación permanente que no desemboca nunca en una ocupación operativa y eficaz. Lleva a la inoperancia, a la inhibición y a la impotencia. No hago nada, me quedo inhibido, para evitar que me critiquen o para no cometer errores o fracasos.
La despreocupación, fruto de un estado vital sosegado de esperanza, fe y seguridad en uno mismo.  Se trata de la dimensión contraria a la preocupación. Sólo nos preocupamos en el proceso de clarificar con seguridad las acciones que nos van a llevar al acierto y al éxito. Después mantenemos un estado de paciente esperanza, de calma y espera  a intranquila. Se trata del estado derivado de los procesos de relajación, equilibrio y bienestar profundo no solamente emocional o psicológico sino también corporal.
EL ABURRIMIENTO COMO ESTADO DE INACTIVIDAD APÁTICA.
 La falta de intereses, aficiones  y propuestas interesantes que hagan atractiva la propia vida en su devenir diario nos lleva a un aburrimiento vital, resultado de la monotonía, la falta de estímulos exteriores e  interiores, la inercia en la reiteración de actividades sin variación y sin ilusión, la desmotivación o falta de intereses y motivos específicos para actuar, para elegir, para determinarse por uno mismo a llevar una vida propia. Esta actitud vital desilusionada conlleva un estado de abatimiento, de inactividad, de pasividad improductiva. Este vacío existencial acaba en el despropósito de la depresión y la angustia.

La diversión y atracción como seguro gozo de vivir, sin aparentes razones. Es preciso encontrar cosas interesantes que satisfagan nuestros deseos y necesidades. Pueden ser lecturas. Se puede tratar de películas o deportes. Se puede muy bien ocupar uno en la convivencia y el diálogo con los amigos. Puede ocuparse uno en  aficiones como la poesía, la fotografía, el baile, la cocina, las excursiones.
En el fondo se trata de provocar una activación consciente o inconsciente positiva y satisfactoria desde el interior de uno mismo que parte de la exploración de las sensaciones sensoriales agradables, de los recuerdos y motivos satisfactorios que nos han proporcionado alegría y placer, de las actividades intelectuales que nos permiten comprender las cosas y disfrutar con el descubrimiento de la verdad, del conocimiento, de la sabiduría.
Puede tratarse igualmente de la exploración de vivencias emotivas satisfactorias de amor, de erotismo, del placer estético  de un amanecer, de  la contemplación de un cuadro en un museo. En este caso se trata de una diversión o divergencia existencial, que afecta la vida no solamente en los momentos de ocio, caracterizado por la contemplación, la acción y la expresión de obras artísticas, de escuchas musicales, de asistencia a espectáculos de danza, del cine, o del deportes.
Se trata igualmente de buscar en la dinámica del trabajo, en que se consume gran parte de nuestra vida en estado de vigilia, de encontrar en él mismo atractivos intereses y diversión energetizadora y consoladora. Si fuera desagradable debiéramos de poner buena cara, de hacerlo con elegancia, soltura y buen humor de tal forma que el trabajo ingrato en sí pueda resultar minimizado en su desagrado por nuestra actitud vital de alegría y dinamismo.
El despliegue variado  de sentidos intereses originarios, nacidos del interior del yo o de lo grato de la tarea en sí, constituye la base sólida  de la motivación intrínseca personal. Esta  reclama tener alternativas, buscar nuevas oportunidades, lograr espacios nuevos que nos puedan atraer, gustar o sorprender. Toda iniciativa requiere un plan de acción operativa y fácil que nos lleve al logro de los resultados que anhelamos, a la eficiencia en el ejercicio de las acciones o actividades que nos gustan.


LA ENVIDIA EMPONZOÑADORA Y ESTÉRILIZANTE.
La envidia consiste en el disgusto e insatisfacción al contemplar el bien ajeno, ante la belleza sobresaliente de nuestras amistades o vecinos, ante el éxito en su trabajo profesional, o en el logro de amplios beneficios o riquezas, merced al desarrollo de destrezas, de competencias y de talentos que les  llevan al éxito. En vez de alegrarnos por su progreso y logros, se produce  un gran desasosiego  interior carente de sentido y utilidad.
La envidia se caracteriza por un deseo de tener o de ser lo que son otras personas, que para nosotros resulta imposible, en la medida en que su trayectoria, su esfuerzo, sus conocimientos y su dedicación les han permitido alcanzar la victoria, el desarrollo, el dinero o el éxito. Se trata de una especial de afán o deseo  imposible de lograr, porque no disponemos de los medios o los recursos necesarios para ser como ellos, porque tenemos otro carácter, otras capacidades y en definitiva otros afanes  e ilusiones.
La admiración autoemuladora es el mejor sustituto de la envidia. El ver que otras personas tienen éxito, que disfrutan de la vida, que tienen grandes logros profesionales, que alcanzan puestos de relieve en la sociedad, debiera de llevarnos a compartir su alegría y su éxito, y sobre todo debiera de ser un acicate para emularlas y movilizar positivamente afán de superación, aprendiendo e imitando la dinámica de comportamientos que les ha llevado al éxito y que nos podría servir también a nosotros desestimulo y de ejemplo a seguir.

LA AUTOEFICACIA Y LA AUTOSUFICIENCIA.
 El buen ejercicio de todas nuestras capacidades, el despliegue de todos los medios a nuestra disposición, la búsqueda de ayuda y apoyo para conseguir aliados que compartan nuestras iniciativas y proyectos y  nuestro camino hacia el éxito es fundamental para crear un estado de emocional de productividad efectiva.
Se trata de tener claro que es lo que yo pretendo en la vida, cuáles son mis metas, que deseo realmente. Después es preciso desear intensamente aquello que nos proponemos.
 Es necesario igualmente no quedarse en el deseo sino poner en marcha todas las alternativas necesarios para su logro.
Cuando en el proceso de ejecución acertamos y conseguimos aquello que hemos deseado y nos hemos propuesto se tiene una sensación gratificante  de poderío, de competencia y de eficacia. Yo he podido hacerlo, luego podré conseguir lo que me proponga en otros momentos. Es necesario superar la sensación de fracasos parciales, de errores y a veces de derrotas que suelen ser los escalones necesarios en el camino del éxito. Los triunfos grandes están siempre acompañados de pequeñas derrotas, que no nos han hecho desistir de nuestro afán.
Esta sensación de potencia, de poderío, de competencia lleva inevitablemente a una autoestima funcional en el sujeto: yo funciona bien, yo soy competente, yo puedo hacer con éxito aquello que me propongo.
La incompetencia inoperante e  impotente del fracasado. Cuando uno ha experimentado numerosos fallos, errores y fracasos, sin poner en marcha las actividades, los recursos y los medios para superarlos, acaba cayendo en la sensación de impotencia, de inutilidad e incompetencia. Yo no soy capaz. Yo no puedo aprender. Yo no puedo superar esta asignatura. Yo no puedo alcanzar ese puesto o esta meta que me propongo. Si el fracasado antes, porque voy a triunfar ahora.
 El aprendizaje interiorizado del fracaso como forma de  enseñanza indebida es nefasto para crear un estado de emocional positivo y saludable, que lleve a la acción propositiva y eficaz, a la autoestima y a la cooperación y solidaridad social
LA VIOLENCIA, LA OFUSCACIÓN, LA DISPUTA Y LA AGRESIÓN.
Nos movemos en espacios socios ambientales de difusa o explícita agresión, de peleas y luchas, de guerra en definitiva. Este estado exterior de agresividad amplia nos vuelve agitados, guerreros, soldados del odio, de la rabia, el dolor y  la frustración.
LA PAZ Y LA CALMA SISTEMÁTICAS Y  RENOVADORAS.
La paz relajante es  el estado de equilibrio para sentimos que todas las cosas ocurren con armonía, con ritmo, siguiendo las leyes de la naturaleza, de la justicia social, de la bondad expansiva de los seres humanos. No necesitamos preocuparnos ni defendernos de continuo, estar en guardia atemorizada, pues así evitamos la sensación  perpetua de angustia, de caos, conmoción y estrés  interior.
LA TIMIDEZ Y LA COBARDÍA ENERVADORAS.
Los miedos, los recelos, los peligros de la inseguridad ciudadana, la ansiedad ante lo desconocido constituyen un espacio emocional de inhibición, de pasividad, de inacción, de esperanza en lo malo y doloroso que  nos puede ocurrir, como ha sucedido con anterioridad. Por ello me ordeno no hacer nada. Lo mejor que puede ocurrirnos es estar pasivos, congelados, inertes, sin movernos, para que nadie ni nada nos pueda atacar, para evitar los peligros,  las asechanzas y ataques destructivos del exterior agresivo.
El atrevimiento, la valentía, la osadía y el desafío, estimuladores de la fantasía y el riesgo calculado.
 Reclamamos espacios de seguridad y de confianza en uno mismo. Espacios de libertad y ensayo sin riesgos graves. Sin esta seguridad psicosocial  uno no puede atreverse a hacer cosas que están por encima de las propias posibilidades o que representan un riesgo personal o social por no estar entre las normas, la tradición olas conductas establecidas y refrendadas por el éxito y el reconocimiento social.
La creatividad humana es un impulso vivificante, no  suicida a explorar lo desconocido, a probar la fruta del bien y del mal, aun con el peligro o amenaza latente o explícita de castigo exclusión social por la trasgresión, por ir más allá de la frontera de lo conocido y reconocido en un marco social dado.


LA DESCONFIANZA DESALENTADA.
La suspicacia, la desesperanza, la perspectiva sombría de lo que nos puede ocurrir en el futuro, la confusión por no aclararnos hacia dónde caminamos, por permanecer estancados en círculos enlodados de los cuales no podemos salir o no queremos escapar, constituyen estados desagradables y enfermizos de entender la propia vida y el propio destino. El no tener claro qué es lo que deseamos, de dónde venimos y a dónde vamos, que es lo que somos, lo que tenemos y  de lo que carecemos, nos abre a la desesperanza  desconfiada de uno mismo y de os demás. Pero convertir esto en la auto confianza esperanzada creadora.
La esperanza, por el contrario, representa la fe en nosotros mismos, la confianza nuestros valores y nuestra valía, la seguridad de que podemos y debemos hacer aquello que realmente deseamos y  anhelamos con pasión. Por el contrario la desesperanza, cuando se apodera del ser humano convirtiéndose en un estado permanente, acaba necesariamente en la desesperación y en angustia. ¿Qué podemos hacer? ¿Por qué estamos instaurados en la desesperanza, en la desconfianza absoluta de que nada se puede hacer o lograr, en el desencanto social colectivo?


Es el reencantamiento de la magia del ser y del vivir en estado de trance confiado en el futuro, que está en nuestras manos y  que escapa al cruel destino predeterminado e inevitable  de los hados y demonios, porque lo anticipa nuestra fantasía ilusionante en positivo, en bueno, mejor u óptimo y nuestra imaginación creadora  preventiva, adivinadora  y aplicada  proyecta anticipadamente su realización planeada y celebra  su éxito.


Basado en textos del Dr. David De Prado

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