El
modo en que estas figuras paternas actúen, afectará de manera contundente en el
desarrollo psicológico y físico de los niños.
Ser
un padre o madre no es sólo un título que implica continuidad y descendencia.
Ser un padre y madre es realmente transmitir nuestras fortalezas, inseguridad y
costumbres durante el proceso de la crianza.
Por consiguiente, las
figuras paternas, aquellas personas que fungen el rol de mamá y papá, se
encargarán de lograr que el hijo adquiera perspectivas propias y personales. Es
decir que, sin necesidad de ser los padres o madres originales, los “papás
adoptivos” (abuelos, tíos, hermanos o tutores), son la base que dará fuerza a
superar cualquier obstáculo a través de la guía, el cuidado, el afecto y los
límites que los niños necesitan.
Es
decir que el modo en que estas figuras paternas actúen, afectará de manera
contundente en el desarrollo psicológico y físico de los niños. Por lo que, la
ausencia de cualquiera de estas figuras provocará una alteración en el estado del
niño.
Por ejemplo, la
figura del papá implica una enseñanza activa en relación con la autoridad y las
prohibiciones, la exploración de los lugares, el modelo de comparación, entre
otros. Por ello, te compartimos así seis hechos científicos que nos explican la
influencia de la figura paterna (del
papá) en nuestro desarrollo psicológico:
La
figura paterna tiende a interactuar dinámicamente a través del juego más
activo, ya que no sólo se enfoca en planificar y organizar hacia un cuidado,
sino en explorar y aprender. Además, este tipo de actividades incentiva a tomar
riesgos que los ayuden a controlar tanto el cuerpo como las emociones; y de ese
modo el niño puede desarrollar su habilidad para lidiar con situaciones de
estrés y resolución de problemas, así como el manejo de crisis y sentido de
seguridad. Es darles un mensaje de que el mundo es seguro e incierto, pero
necesitas ir y explorarlo. El tiempo de juego con la figura paterna influye en
el compromiso a las relaciones interpersonales, así como en la expresión de la
empatía. De acuerdo con un estudio publicado en 2002, se puede predecir el
apego de los adolescentes a través de la sensibilidad paterna; es decir que la
figura paterna debe aprender a distinguir cuándo es necesario desafiar al niño
y cuándo dejarlo disfrutar del juego; a distinguir entre tiempo de calidad en
demostrar el amor que se les tiene. El rechazo de la figura paterna puede
lastimar al niño, incluso más que el rechazo de la figura materna. Según Ronald
Rohner, del Ronald & Nancy Rohner Center of the Study of Interpersonal
Acceptance and Rejection, el amor de la figura paterna contribuye en el
desarrollo de la personalidad del niño. En caso que la figura paterna rechace
al niño, entonces éste último podría generar sentimientos de inseguridad,
ansiedad, hostilidad, conductas de abuso de sustancias o problemas de
comportamiento.
Además, el rechazo paterno también puede alterar la habilidad
de confianza en los demás (en especial en sus relaciones amorosas).Una relación
negativa entre figura paterna y niño puede desencadenar una personalidad regida
por el estrés. En 2012, un estudio demostró que los hijos que reportaron una
relación positiva con su figura paterna podían manejar el estrés de manera
adecuada; mientras que, aquellos que percibieron una relación negativa, tendían
a ser víctimas del estrés y a encontrar problemas en su habilidad de resolución
de conflictos. Las figuras paternas también sienten amor a sus gracias a la
oxitocina, la hormona del apego. Varios estudios sugieren que los padres
incrementan sus niveles de oxitocina durante la época de la crianza. La manera
de demostrarlo es a través del juego, cuando los levantan por los aires o
consiguen que el bebé se ría.
Es importante tomar en cuenta que la
ausencia de un padre no lleva al fracaso en la relación familiar ni en los
hijos. Por lo que, en el caso que alguno de los padres sea violento o
negligente con las necesidades de los miembros de la familia, es indudable e
indispensable que ese miembro se aleje.
Después
de todo, las figuras paternas (padres originales o adoptivos, abuelos, tíos,
hermanos) son aquellas que incentivan el crecimiento psicosocial de los niños.
Por lo que el amor y el cuidado que los niños reciban, fomentarán su bienestar
tanto físico como emocional.
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