El
odio, el rencor y el resentimiento aplastan el alma, desgastan, cansan, hacen
angustioso el recuerdo, son formas despiadadas de castigo autoimpuesto. El
perdón, en cambio, trae tranquilidad, descanso y liberación; hace las cargas a
un lado, es un regalo personal, un obsequio a sí mismo. Perdonar permite dejar
el corazón libre para que vuelva a creer, a amar, a confiar; es volver al cauce
natural, es extinguir el rencor y los deseos de venganza.
El
psicólogo Walter Riso (2016), aborda
este complejo tema de modo muy práctico y comprensible, porque “expone el
perdón como camino de liberación terapéutica de problemas asociados al rencor y
la ira; insiste en realizar la lectura y expresión adecuada de las emociones
como recurso para la liberación y para la reducción de patologías y, además,
promueve como complemento a esta actividad sanadora, la prevención y superación
de condiciones que derivan del apego emocional, entendido como fuente
recurrente de condiciones de sometimiento que desembocan en culpas y
resentimientos”.
¿El perdón requiere condiciones?,
¿solamente la persona ofendida es quien tiene el derecho a perdonar?, ¿el
perdón requiere tiempo?, ¿el arrepentimiento facilita el perdón?, ¿es necesario
que el perdón sea pedido como condición para otorgarlo?
Esta y más respuestas te conllevan a aprender
a perdonar y a liberarte de ataduras, rencores y resentimientos.
Perdonar
no solo es un regalo que le haces a los demás, sino a ti mismo, es calmar la
carga que te causa el resentimiento, es dejar tu corazón libre para que de
nuevo vuelva a creer y amar, es retornar
a la rambla original. Pero el odio, el rencor y el resentimiento son emociones
negativas que linchan psicológicamente al otro, destruyen el alma, corroen, molestan,
hacen apesadumbrado el recuerdo y los menoscabos de apreciar son muchas.
¡El odio es una bomba de tiempo que se
instala en el cerebro, que ciega nuestras decisiones y arrasa con todo a su
paso!
En
esta colección encontrarás tres obras, con las cuales de una manera práctica y
comprensible te daré los diferentes caminos que puedes tomar para perdonar, no
sin antes hacer un completo análisis de lo que es el perdón y los obstáculos
que se deben superar para así alcanzar la paz interior; complemento a esto,
encontrarás los pasos para aprender a descifrar, codificar y comprender el
funcionamiento de nuestras emociones y para terminar de una forma correcta esta
actividad sanadora, te hablaré de la prevención y superación de condiciones que
derivan del apego emocional, entendido como fuente recurrente que desemboca en
culpas y resentimientos. Créate buenos
hábitos y ellos guiaran tu vida
Los
resentimientos nos impiden vivir plenamente sin saber que un simple acto del
corazón puede cambiar nuestras vidas y la de quienes nos rodean.
En los momentos que la amistad o la
convivencia se rompen por cualquier causa, lo más común es la aparición de sentimientos negativos: la envidia, el
rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándonos a perder la
tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la serenidad, los que están
a nuestro alrededor sufren las consecuencias de nuestro mal humor y la falta de
comprensión. Al pasar por alto los detalles pequeños que nos incomodan, no se
disminuye la alegría en el trato cotidiano en la familia, la escuela o la
oficina.
Sin
embargo, no debemos dejar que estos aspectos nos invadan, sino por el
contrario, perdonar a quienes nos han ofendido, como un acto voluntario de
disculpar interiormente las faltas que han cometido otros, y a veces hasta
nosotros mismos.
En
ocasiones, estos sentimientos son provocados por acciones o actitudes de los
demás, pero en muchas otras, nos sentimos heridos sin una razón concreta, por
una pequeñez que ha lastimado nuestro amor propio. La imaginación o el egoísmo
pueden convertirse en causa de nuestros resentimientos, veamos:
- Cuando nos damos el lujo
de interpretar la mirada o la
sonrisa de los demás, naturalmente de manera negativa;
- Por una respuesta que
recibimos con un tono de voz, a nuestro
juicio indiferente o molesta;
- No recibir el favor que otros nos prestan, en la medida y con la
calidad que nosotros habíamos supuesto;
- En el momento que a una
persona que consideramos de
"una categoría menor", recibe un favor o una encomienda para lo cual
nos considerábamos más aptos y consideramos injusta la acción.
Es
evidente que al ser susceptibles, creamos un problema en nuestro interior, y
tal vez enjuiciamos a quienes no tenían la intención de lastimarnos.
Para
saber perdonar necesitamos hacer cambios, tales como:
- Evitar "interpretar" las actitudes.
- No hacer juicios sin antes de preguntarnos el "por qué"
nos sentimos agredidos (así encontraremos la causa: imaginación,
susceptibilidad, egoísmo).
- Si el malentendido surgió en nuestro interior solamente, no hay porque
seguir lastimándonos: no hay que perdonar. Lamentamos bastante cuando
descubrimos que no había motivo de disgusto... entonces nosotros debemos pedir perdón.
Si
efectivamente hubo una causa real o no tenemos claro qué ocurrió:
- Tener disposición para aclarar o arreglar la situación.
- Pensar la (s) manera (s) de llegar a una solución.
- Buscar el momento más adecuado para platicarlo con calma y tranquilidad, sobre todo de
nuestra parte.
- Escuchar con paciencia, buscando comprender los motivos que hubo.
- Exponer nuestras razones y llegar a un acuerdo.
- Olvidar el incidente y seguir como si nada hubiera pasado.
El Perdón
enriquece al corazón porque le da mayor capacidad de amar; si perdonamos con
prontitud y sinceramente, estamos en posibilidad de comprender las fallas de
los demás y de nosotros mismos, actuando generosamente en ayudar y en ayudarnos
a corregir.
Es
necesario recordar que los sentimientos
negativos de resentimiento, rencor, odio o venganza pueden ser mutuos debido a
un malentendido, y es frecuente encontrar familia en donde se forma un
verdadero torbellino de odios. Nosotros no perdonamos porque los otros no
perdonan. Es necesario romper ese círculo vicioso comprendiendo que "Amor
saca amor". Una actitud valiente de perdón y humildad obtendrá lo que la
venganza y el odio nunca pueden, y es lograr restablecer la armonía.
Una
sociedad, una familia o un individuo lleno de resentimientos impiden el
desarrollo hacia una esfera más alta.
Perdonar es
más sencillo de lo que parece, todo está en buscar la forma de mantener una
convivencia sana, de la importancia que le damos a los demás como personas y de
no dejarnos llevar por los sentimientos negativos.
En
las relaciones interpersonales y
sociales surgen conflictos que
de no ser solucionados y cicatrizados suelen provocar heridas emocionales abiertas.
Estas heridas sin cicatrizar a veces adoptan la forma de resentimiento, indignación crónica, odio… una emoción fuerte que
nos atenaza y bloquea poniendo en serio
riesgo nuestra salud y bienestar.
Las
personas en ciertas circunstancias, nos podemos sentir profundamente heridas o
afectadas emocionalmente a causa de acontecimientos diversos, sobre todo los
relacionados con la familia y el trabajo.
Por
ejemplo, un despido laboral, una ruptura familiar, una discusión con un
compañero de trabajo, un conflicto con tu pareja no resuelto de manera
satisfactoria, una enfermedad grave, una crisis familiar financiera,… estas
ocasiones extremas son vividas por las personas afectadas como una herida que
aunque pase el tiempo no logra cicatrizar y por consiguiente no logra vencer
ese estado emocional negativo en el que se encuentra envuelta. Para superar estas
heridas, es de gran ayuda el desarrollo de las competencias emocionales como la
resiliencia, la autoestima, la actitud
positiva, la asertividad,… y el saber pedir perdón.
El
perdón es una de las emociones más fuertes que se pueden experimentar, y en
consecuencia en una de las emociones más difíciles de liberar. Perdonar a una
persona que nos ha hecho tanto daño significa superar una serie de barreras que
nos ejercen gran resistencia.
Perdonar no significa,
olvidar, renunciar, dejar impune o inhibir responsabilidades. Perdonar
significa liberarnos de sentimientos como el odio, la indignación, el
resentimiento,… para que nos permita desatarnos de la unión que los mismos
ejercen con esa persona y acontecimiento.
Esta
liberación, nos generará sentimientos de armonía, paz, tranquilidad, libertad y
en definitiva bienestar emocional. La misericordia y la reflexión es la mejor opción.
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