martes, 12 de julio de 2016

POR QUÉ PERDONAR....

El odio, el rencor y el resentimiento aplastan el alma, desgastan, cansan, hacen angustioso el recuerdo, son formas despiadadas de castigo autoimpuesto. El perdón, en cambio, trae tranquilidad, descanso y liberación; hace las cargas a un lado, es un regalo personal, un obsequio a sí mismo. Perdonar permite dejar el corazón libre para que vuelva a creer, a amar, a confiar; es volver al cauce natural, es extinguir el rencor y los deseos de venganza.

El psicólogo Walter Riso (2016), aborda este complejo tema de modo muy práctico y comprensible, porque “expone el perdón como camino de liberación terapéutica de problemas asociados al rencor y la ira; insiste en realizar la lectura y expresión adecuada de las emociones como recurso para la liberación y para la reducción de patologías y, además, promueve como complemento a esta actividad sanadora, la prevención y superación de condiciones que derivan del apego emocional, entendido como fuente recurrente de condiciones de sometimiento que desembocan en culpas y resentimientos”.
¿El perdón requiere condiciones?, ¿solamente la persona ofendida es quien tiene el derecho a perdonar?, ¿el perdón requiere tiempo?, ¿el arrepentimiento facilita el perdón?, ¿es necesario que el perdón sea pedido como condición para otorgarlo? Esta y más respuestas  te conllevan a aprender a perdonar y a liberarte de ataduras, rencores y resentimientos.
Perdonar no solo es un regalo que le haces a los demás, sino a ti mismo, es calmar la carga que te causa el resentimiento, es dejar tu corazón libre para que de nuevo vuelva a creer y  amar, es retornar a la rambla original. Pero el odio, el rencor y el resentimiento son emociones negativas que linchan psicológicamente al otro, destruyen el alma, corroen, molestan, hacen apesadumbrado el recuerdo y los menoscabos de apreciar son muchas.
¡El odio es una bomba de tiempo que se instala en el cerebro, que ciega nuestras decisiones y arrasa con todo a su paso!
En esta colección encontrarás tres obras, con las cuales de una manera práctica y comprensible te daré los diferentes caminos que puedes tomar para perdonar, no sin antes hacer un completo análisis de lo que es el perdón y los obstáculos que se deben superar para así alcanzar la paz interior; complemento a esto, encontrarás los pasos para aprender a descifrar, codificar y comprender el funcionamiento de nuestras emociones y para terminar de una forma correcta esta actividad sanadora, te hablaré de la prevención y superación de condiciones que derivan del apego emocional, entendido como fuente recurrente que desemboca en culpas y resentimientos. Créate buenos hábitos y ellos guiaran tu vida

Los resentimientos nos impiden vivir plenamente sin saber que un simple acto del corazón puede cambiar nuestras vidas y la de quienes nos rodean.
 En los momentos que la amistad o la convivencia se rompen por cualquier causa, lo más común es la aparición de sentimientos negativos: la envidia, el rencor, el odio y el deseo de venganza, llevándonos a perder la tranquilidad y la paz interior. Al perder la paz y la serenidad, los que están a nuestro alrededor sufren las consecuencias de nuestro mal humor y la falta de comprensión. Al pasar por alto los detalles pequeños que nos incomodan, no se disminuye la alegría en el trato cotidiano en la familia, la escuela o la oficina.
Sin embargo, no debemos dejar que estos aspectos nos invadan, sino por el contrario, perdonar a quienes nos han ofendido, como un acto voluntario de disculpar interiormente las faltas que han cometido otros, y a veces hasta nosotros mismos.
En ocasiones, estos sentimientos son provocados por acciones o actitudes de los demás, pero en muchas otras, nos sentimos heridos sin una razón concreta, por una pequeñez que ha lastimado nuestro amor propio. La imaginación o el egoísmo pueden convertirse en causa de nuestros resentimientos, veamos:
- Cuando nos damos el lujo de interpretar la mirada o la sonrisa de los demás, naturalmente de manera negativa;
- Por una respuesta que recibimos con un tono de voz, a nuestro juicio indiferente o molesta;
- No recibir el favor que otros nos prestan, en la medida y con la calidad que nosotros habíamos supuesto;
- En el momento que a una persona que consideramos de "una categoría menor", recibe un favor o una encomienda para lo cual nos considerábamos más aptos y consideramos injusta la acción.
Es evidente que al ser susceptibles, creamos un problema en nuestro interior, y tal vez enjuiciamos a quienes no tenían la intención de lastimarnos.



Para saber perdonar necesitamos hacer cambios, tales como:
- Evitar "interpretar" las actitudes.
- No hacer juicios sin antes de preguntarnos el "por qué" nos sentimos agredidos (así encontraremos la causa: imaginación, susceptibilidad, egoísmo).
- Si el malentendido surgió en nuestro interior solamente, no hay porque seguir lastimándonos: no hay que perdonar. Lamentamos bastante cuando descubrimos que no había motivo de disgusto... entonces nosotros debemos pedir perdón.
Si efectivamente hubo una causa real o no tenemos claro qué ocurrió:
- Tener disposición para aclarar o arreglar la situación.
- Pensar la (s) manera (s) de llegar a una solución.
- Buscar el momento más adecuado para platicarlo con calma y tranquilidad, sobre todo de nuestra parte.
- Escuchar con paciencia, buscando comprender los motivos que hubo.
- Exponer nuestras razones y llegar a un acuerdo.
- Olvidar el incidente y seguir como si nada hubiera pasado.
El Perdón enriquece al corazón porque le da mayor capacidad de amar; si perdonamos con prontitud y sinceramente, estamos en posibilidad de comprender las fallas de los demás y de nosotros mismos, actuando generosamente en ayudar y en ayudarnos  a corregir.
Es necesario recordar que los sentimientos negativos de resentimiento, rencor, odio o venganza pueden ser mutuos debido a un malentendido, y es frecuente encontrar familia en donde se forma un verdadero torbellino de odios. Nosotros no perdonamos porque los otros no perdonan. Es necesario romper ese círculo vicioso comprendiendo que "Amor saca amor". Una actitud valiente de perdón y humildad obtendrá lo que la venganza y el odio nunca pueden, y es lograr restablecer la armonía.

Una sociedad, una familia o un individuo lleno de resentimientos impiden el desarrollo hacia una esfera más alta.
Perdonar es más sencillo de lo que parece, todo está en buscar la forma de mantener una convivencia sana, de la importancia que le damos a los demás como personas y de no dejarnos llevar por los sentimientos negativos.
En las relaciones interpersonales y sociales surgen conflictos que de no ser solucionados y cicatrizados suelen provocar heridas emocionales abiertas. Estas heridas sin cicatrizar a veces adoptan la forma de resentimiento, indignación crónica, odio… una emoción fuerte que nos atenaza y bloquea poniendo en serio riesgo nuestra salud y bienestar.



Las personas en ciertas circunstancias, nos podemos sentir profundamente heridas o afectadas emocionalmente a causa de acontecimientos diversos, sobre todo los relacionados con la familia y el trabajo.
Por ejemplo, un despido laboral, una ruptura familiar, una discusión con un compañero de trabajo, un conflicto con tu pareja no resuelto de manera satisfactoria, una enfermedad grave, una crisis familiar financiera,… estas ocasiones extremas son vividas por las personas afectadas como una herida que aunque pase el tiempo no logra cicatrizar y por consiguiente no logra vencer ese estado emocional negativo en el que se encuentra envuelta. Para superar estas heridas, es de gran ayuda el desarrollo de las competencias emocionales como la resiliencia, la autoestima, la actitud positiva, la asertividad,… y el saber pedir perdón.
El perdón es una de las emociones más fuertes que se pueden experimentar, y en consecuencia en una de las emociones más difíciles de liberar. Perdonar a una persona que nos ha hecho tanto daño significa superar una serie de barreras que nos ejercen gran resistencia.
Perdonar no significa, olvidar, renunciar, dejar impune o inhibir responsabilidades. Perdonar significa liberarnos de sentimientos como el odio, la indignación, el resentimiento,… para que nos permita desatarnos de la unión que los mismos ejercen con esa persona y acontecimiento.
Esta liberación, nos generará sentimientos de armonía, paz, tranquilidad, libertad y en definitiva bienestar emocional. La misericordia y la reflexión es la mejor opción.




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