La
coacción o chantaje emocional es una condición
de manipulación eficaz por parte de las personas afectivamente próximas que acoge
el perfil de una intimidación, directa o
indirecta, mediante escarmientos de una forma si no hacemos lo que ese alguien
quiere.
Al individuo
que se vale de esta táctica de manipulación se conoce como embaucador o
chantajista emocional. Este embaucador, conoce de cuánto apreciamos la relación que mantenemos
con él o ella. Nos conoce perfectamente y sabe cuáles son nuestros rasgos frágiles. Frecuentemente está docto de
nuestros recónditos secretos. El estafador emocional conocer que queremos su
amor y su asentimiento, nos intimida con despojarnos de alguna manera y hasta
nos sentir que su compañía es el gran premio.
El embaucador
tiene una inmensa destreza para disimular la influencia que está ejerciendo
sobre nosotros, y asiduamente, es tan poderosa esa forma de disimular la
presión que hace que la recibimos de forma tal que hace que nos disputemos el conocimiento de lo que está ocurriendo en realidad.
Igualmente,
existe gran diferencia entre lo que el timador
está haciendo, y la forma afectiva y amorosa con la que ejecuta esas acciones
frente a nosotros. Por eso es que constantemente nos sentimos ambiguos, perdidos e irritados, debido a que en el fondo creemos
vivir incongruencias pero al no lo poderlo aseverar pensamos que vivimos errados.
Respecto
a esta temática, es importante la opinión Edu López, Coach Personal, “Las personas que recurren al chantaje
emocional no son conscientes de lo que hacen y no realizan un plan para pensar
cómo hacer para destruir a sus víctimas. Por el contrario, son personas que
utilizan ese comportamiento inconsciente para obtener una sensación de
seguridad y control. Por más serenos, seguros y aplomados que parezcan por
fuera, operan siempre a partir de un alto grado de temor e inseguridad”.
Y lo
más avasallante de su proceder, radica en que cuando ellos dan una indicación y contestamos,
rápidamente se sienten seguros y vigorosos,
así sea de forma efímera y ficticia. La coacción emocional es un elemento que
para el chantajista se convierte en un arma de defensa contra el dolor y la inseguridad.
“El
precio que pagamos cuando nosotros cedemos al chantaje emocional es enorme. Las
palabras, comentarios, acciones y actitudes del chantajista nos hacen sentir
desequilibrados, avergonzados y culpables. Sabemos en el fondo, que las cosas
así no funcionan bien, que tenemos que modificar la situación y,
reiteradamente, nos prometemos que lo haremos, sólo para encontrarnos, una y
otra vez, burlados y manipulados y lo que ocurre es que hemos vuelto a caer de
nuevo en una trampa”, afirma López
Intentamos
a vacilar sobre nuestra capacidad de firmeza ante el juramento que nos hacemos de encarar la
situación, y disipamos la seguridad en nuestro poder. La autoestima se va menoscabando junto con
nuestra moralidad, perdemos la bitácora interior que nos permite establecer cuáles
habrían de ser nuestros valores y conductas en situaciones puntuales. Cuando coexistimos
con el embaucador, la coacción emocional nos desgasta y se difunde hasta estropear
en profundamente la relación con esa persona y también nuestra propia relación.
El timador procede, mayormente con compasión
y afecto, esporádicamente apela al
chantaje en sí. Lo que hace que muy arduo
visualizar una representación coercitiva
en una relación, esto se debe además, a que cuando alguien nos está intimidando,
forma una deformación, lo que no es más que una táctica del débil frente al
fuerte: El embaucador forja a que te
veas y sientas más pequeño,
insignificante e inseguro, aunque en
realidad es todo lo contrario: él te ve
y te siente más fuerte que el mismo, es la persona que mejor te ve. El embaucador
se siente inseguro ya que está convencido de que tú estás por encima de cómo él
se está viendo a sí mismo.
Te
explico, a propósito de igualar esa
inseguridad te ultraja a su altura mediante el chantaje emocional, solo
representa un componente inconsciente de
conducirse, pues en realidad no conoce otro modo de gemir su dolor e
inseguridad. Es propicio, después de todo este paseo, a que aprendas a diferenciar
al embaucador emocional y al que no lo
es:
– Nunca
te dirá verdaderamente que lo que
quiere, regularmente, es aplicar su propio carácter por inseguridad.
– Su
tema hacia ti es la dominación.
– Desconocerá,
totalmente, tus reproches de lo que sea.
– Reclamará
respecto a que sus motivos son
superiores, mejore e importantes a los tuyos.
–
Evadirá la parte de responsabilidad que le
corresponde en el conflicto surgido entre ambos, no asume.
Cuando alguien, sinceramente, quiere solucionar el trance
surgido serena e imparcialmente, hace esto:
–
Dialogará con claridad y objetivamente
sobre el problema o situación existente.
– Indagará sobre cuáles son tus
sentimientos y desasosiegos.
–
Descubrirá el por qué de tú resistencia a sus aspiraciones de ejecutar sus
deseos y voluntad.
– Reconocerá
su parte de responsabilidad en el apremio y tomará medidas correctoras de ser preciso.
–
Por muy irritada que esté esa persona no te lastimará, ni querrá manejarte
emocionalmente.
Al
observar, o siquiera sentir, que otros intentan
aplicar su voluntad, independientemente del precio que represente para ti, no vaciles
de que te hallas frente al proceder básico de un chantajista emocional.
Está
pendiente de situaciones que levanten sospecha respecto a estar desencadenándose
u ocurriendo el chantaje emocional, te recomiendo que te formules esta pregunta:
¿Cuánta
flexibilidad estoy teniendo y aceptando en esta relación?
Cuando la coacción o chantaje emocional empiece
a mostrarse, sentirás un significativo cambio de ambiente, pues, emerge una evidente insensibilidad y frialdad
por parte del chantajista emocional, y perderás gran parte de la maleabilidad
que te cede esquivar con imperturbabilidad y seguridad las dificultades que surgen
en cualquier relación.
Maleabilidad
que si existe, es muy factible tomarla como algo original y sustraerle
importancia, pero bajo una coacción emocional el ambiente de incomodidad tiende
a persistir y las circunstancias no se corrigen.
Todo esto, no es más que es una señal de
alarma ante una manipulación emocional. Al respecto, López afirma que, “si
somos personas que necesitamos de la aprobación y de aceptación de los demás
entonces conservar el amor del chantajista emocional depende cada vez más de
hacer lo que él quiere y eso es lo más parecido a una prisión emocional”.