La
ira es el sentimiento de enfado, enojo, cólera o disgusto, que podríamos llegar
a experimentar en algún momento en nuestras vidas. Este estallido de cólera se
presenta, por lo general, cuando sentimos indignación o impotencia. Cuando nos
airamos, podríamos llegar a descargar nuestra furia contra alguien o contra
algo; llegando a cometer lamentables episodios de violencia.
Puede
que sí, puede que no... Dios no tiene límites, el puede cambiarte. Sin embargo,
debemos de considerar que la ira es una emoción propia de la naturaleza humana.
Descargar
nuestra ira, puede terminar siendo algo muy peligroso. Además, ser irascible no
es sano, no es edificante, ya que este descontrol te puede exponer a graves
situaciones de pecado.
Cuando
te sientes airado puedes llegar a tomar malas decisiones que, podrían llegar a
pesarte por el resto de tu vida. También puedes destruir una relación sólida y
bonita en tan solo un segundo, ya que la ira te lleva a la agresión tanto física como verbal contra tus
seres queridos o algún compañero de trabajo o vecino. Recuerda, la ira nunca
está sola: está acompañada de violencia, la cual atenta contra el respeto a
nuestro prójimo y hacia nosotros mismos.
Por
lo regular, solemos decir cosas que solo sentimos en ese momento, justo cuando
literalmente "perdemos la cabeza". Agredimos sin piedad a nuestro
"oponente" y somos presa fácil del “enemigo malo”. También surgen en
nuestro ser, sentimientos de venganza, deseos de desquitarnos de cualquier
forma lo que nos han hecho.
Hemos
podido constatar casos lamentables en el que personas le han quitado la vida a
seres queridos e inclusive, ellos mismos
han llegado a extremos de quitase la vida, tras un episodio de ira.
Factores
que conllevan a que sintamos ira:
-
Sentimientos de injusticia.
-
Patrones de conducta aprendidos (una madre o un padre violento).
-
Asuntos que no llegan a solucionarse, ya que para nosotros es difícil de
entender que las cosas se resuelven cuando llega el tiempo en que Dios quiere
que se resuelvan. Entonces, nos desesperamos y comenzamos a pensar en las
posibles consecuencias de no actuar con rapidez.
-
Incapacidad de perdonar a nuestro prójimo.
- La
intolerancia
-
Incapacidad de aceptar la voluntad de Dios, sea cual sea el desenlace que esperamos.
- No
aceptar el punto de vista de los demás y pensar que nuestra forma de pensar es
la correcta y la mejor.
Estas
y otras situaciones ― muchas veces pequeñas e insignificantes ― nos pueden transformar en personas
irascibles.
CONSEJO
No. 1
Cuando
nos encontramos lidiando con alguna situación difícil, lo natural es que nos
dejemos llevar por las emociones; dejamos que estas nos envuelvan y haga mucho
más difícil la toma de decisiones.
Cuando
se produce algún incidente escabroso, a menudo la única manera de salir del
paso es poniéndonos a la defensiva. Recurrir al estallido de nuestra ira, es
probablemente más fácil que lidiar con las circunstancias; pero
lamentablemente, la ira no resuelve nada. Aunque explotemos, el problema
seguirá estando ahí.
A
continuación exponemos algunos consejos que puedes utilizar como una guía
cuando te encuentres en situaciones estresantes.
• Si
tienes un amigo o algún miembro de la familia que sea conversador y consideras
que esta persona te sabe entender, sería buena idea hablar con él o con ella.
Cuando se tiene ira, se es incapaz de ver el otro lado de la moneda. Hablar con
otra persona podría ayudarlo a compartir su historia. Un amigo o algún miembro
de su familia podrían ayudarlo a atravesar la situación y quizás podría
ayudarlo a ver la otra cara de la situación.
Debemos
tener en consideración, que este consejo para el manejo efectivo de la ira
puede funcionar solo para algunas personas.
Otro
consejo para ayudarlo a manejar la ira, consiste en anotar los pensamientos y
sentimientos que le embargan durante el episodio de ira. La ira puede hacerlo
sentir como que nadie lo entiende, o que a nadie le importa tus problemas.
Quizás compartirlo con la persona equivocada puede traerle conflictos extras a
la situación. Escribir un diario ha ayudado a mucha gente a controlar su ira,
sin la necesidad de hablar o contarle a alguien los motivos. Escribir un diario
le ayudará a sacar lo que tenga dentro de su pecho. La escritura como
herramienta para manejar y controlar la ira, podría incluso ayudarlo también a
descubrir cuál es el detonante de su furia. Escribir le da la oportunidad de
mirar hacia atrás lo escrito y examinar las razones que llevaron a cabo sus
explosiones de ira. Este ejercicio le dará la oportunidad a la vez que le
ayudará a conocerse mejor.
Tómese
unas vacaciones, pasar algún rato a solas es otro buen consejo para ayudarlo a
manejar su ira de manera satisfactoria. Es buena idea alejarse de vez en cuando
del ambiente que lo irrita o lo frustra. Al alejarse, le da la oportunidad de
ver las cosas de otro modo. Darse espacio y tiempo puede ser muy positivo para
una persona con problemas de control de ira. Cuando sienta que le embarga la
ira, cuente hasta diez y aléjese; dígale a la otra persona que no puede hablar
ese momento (si lo conoce bien, lo aceptará inmediatamente).
Las
personas que propensas a sentir ira pueden practicar y llevar a cabo ejercicios
de respiración profunda, descansar más, estar más tiempo en contacto con la
naturaleza; así como también, encontrar sentido del humor en las malas
situaciones. Juegue algún deporte, escuche música…
La
oración y la meditación son los mejores
consejos para manejar y controlar su ira. Ambas sugerencias son muy personales.
Al darse la oportunidad de orar y estar a solas con nuestro creador, es una
buena manera de liberar tensión y hacer que desaparezcan las presiones de la
ira. Deje ir los sentimientos negativos, definitivamente hará un cambio
positivo en usted. Una persona que ore y medite es capaz de penetrar en lo más
profundo de su mente y de su alma, encontrando así las respuestas a sus
problemas y lograr de esta manera, darle confort a su espíritu quebrantado.
Estos
son solo algunos consejos para aquellas personas que sienten que tienen
problemas para manejar su ira. Esperamos que consiga manejar sabiamente
cualquier confrontación.
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