El Análisis Existencial
distingue, actualmente, tres motivaciones personales que preexisten a la
motivación por el sentido y que sacuden al ser humano intensa e incesantemente:
Al humano lo mueve la cuestión esencial de la existencia:
YO SOY
PERO
¿puedo ser y estar? ¿Cómo persona total? ¿Tengo el suficiente espacio,
protección y sostén?
Una persona experimenta,
fundamentalmente, esto cuando se siente aceptado, lo que le permitirá a su vez
tener una actitud personal de auto aceptación. La escasez de esto lleva a la ansiedad,
angustia, entre otras.
YO ESTOY VIVO
PERO ¿me gusta vivir? ¿Experimento plenitud, afecto y
aprecio por aquello que tiene valor en mi vida?
La consagración demanda
sentir lo valioso en la propia vida. Este
valor fundamental radica en un profundo darse cuenta de que es bueno existir
que yo soy y estoy aquí. La falta de
esto traslada al individuo a la depresión.
YO SOY YO PERO ¿me
siento libre para ser yo mismo(a)? ¿Experimento atención, justicia, aprecio,
estima, respeto, mi propio valor?
Insuficiencias a este nivel, conducen a
complejos de síntomas histriónicos así como a los principales trastornos de
personalidad.
YO ESTOY AQUÍ
PERO ¿para qué es bueno? ¿Qué puedo hacer hoy, para que mi
vida sea parte de una totalidad con sentido? ¿Para qué vivo?
Privaciones en este sentido, conducen a
adicciones y dependencias.
El principal tema existencial
es la interacción, especialmente, dentro y con el diálogo. Por ello el Análisis
Existencial ha de desarrollarse mediante la interacción, y alrededor de estos cuatro desafíos
existenciales: el mundo, la vida, el yo,
el sentido y el futuro.
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