En la pareja el amor es un componente imprescindible para
que la coexistencia sea agradable y perdurable. Es preciso recordar, que son
dos personas distintas, pero gracias al
amor que sienten y la afinidad que conllevan en disímiles aspectos, se sienten
lo justamente hechizados como para iniciar una relación. Desconocer las
diferencias que los conforman como sujetos o conservar la esperanza de cambiar
al otro lograría, más bien, activar un conflicto que acabe por apartarlos si no
saben cómo enfrentarlo y solventarlo a tiempo.
Es primordial aprender a manifestar la molestia cuando se
siente alguno ofendido, ignorado o violentado, debido a que de lo inverso,
estos sentimientos se cristalizarían en una gran tirria, forjando a que uno
tenga una opinión peyorativa del otro, y que éste se convierta en mártir de las
circunstancias, sin dar la coyuntura de afrontarla con criterio y valía.
Las diferencias personales invariablemente van a estar allí,
lo significativo es que no sean mayores que las semejanzas y las afinidades que
comparten, que no quebranten contra la decencia o salud física y emocional de
alguno de los dos, o que el disgusto que
originariamente pueda causar no sea magno ante el amor y aspiración de
instituir alianzas para hacer prosperar la ventura y la placidez entre los dos.
Innúmeras veces las diferencias se convierten en tácticas que infunden, instruyen
y dan seguridad, acompañados y amados la pareja como tal, si ha de reconocer su
efectividad, entonces, en una relación
de igual a igual, donde concurre el respeto, la admisión y la correspondencia,
las diferencias acrecientan la convivencia.
Por todo lo antes
expresado, sería pertinente que los individuos que conviven en pareja,
reflexionen de acuerdo a:
El amor siempre de primero: Antes
de dejarnos llevar por las emociones negativas, debemos pensar en lo que
sentimos por el otro, esto nos permitirá hablar y proceder convenientemente.
Manifestar la incomodidad claramente: De
ningún modo se debe reclamar por medio de otra persona, o con señas que tenga
que predecir, ya que en vez de ordenar, se confundirán.
El momento ha de ser el más apropiado: Es trascendental
adoptar el mejor instante para formular lo que se siente y cavila, atendiendo constantemente
el discurso que se va a emplear.
Prescindir de los cotejos: Su uso, sugestionan a los demás, forjan a que la persona
se bloquee y que no desee escuchar el mensaje.
Discurso directo: Dar vueltas a lo que se
va a decir, en vez de serenar al otro propician la defensiva.
Habla con objetividad y serenidad:
Mostrarse atemorizado después de expresar el disgusto le sustraerá potencia al
reclamo y provocará dudas en la otra persona..
No poner carga emocional a las palabras:
La desconfianza, la ofuscación, la sátira, el sarcasmo o la descortesía únicamente
favorecerán a enredar los sucesos. La ecuanimidad, la firmeza, el criterio y la
entereza son los instrumentos realmente óptimos.
Gracias por escucharme: Expresar
gratitud una vez hecho el reclamo es lo
más apropiado, por eso decir frases como “espero que esto no se vuelva a
repetir”, es inconveniente, hacer una observación a la vez, sería lo correcto, debido a que se podría achicar
al otro hasta el punto de que se sienta violentado y no haga nada.
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