Entre
tantos desafíos que la vida nos pone para hacernos crecer y avanzar, me remito a la
historia de una profesional que tuvo
algunos reveses en su desempeño laboral y en su vida personal. Con 30 años de
matrimonio y otro tanto con su patrón. Llegó un momento en el se percató de que ya no era la mujer feliz que
solía ser, que había perdido fulgor en su vida como en su profesión. Las
personas inmediatas a ella lo notaban y en confidencia le señalaban que debía
hacer algo por recobrar el control de su vida. ¿Cómo se daban cuenta de esto?
Pues Andreina había bajado mucho de peso, a sus amigos casi no los frecuentaba,
siempre encontraba un pretexto para no hacerlo, con sus familiares era cortante
en extremo y en su trabajo qué decir, aunque seguía cumpliendo, ya no lo hacía
con esa alegría y carisma que tanto la caracterizaban. ¿Qué pudo haberle pasado? En
verdad no se entendía el cambio, porque de un tiempo para acá Andreina era cada
vez más reservada.
Lo
que se notaba era que en todas partes ella estaba pero no estaba. Su energía
había disminuido bastante. Aunque todavía la admiraban, sentían que como que ya
no quería aspirar a nada y lo único que hacía era regañar, además, estaba en la
línea de sucesión directa a su posición, la admiración del equipo ejecutivo estaba
presente y que también era reconocida por su talento y contribuciones.
Lo
que pasa, es que Andreina no está muy bien en casa, que ya no lograba
entenderse con su marido y que sus hijos ahora se habían vuelto cada vez más maduros
y adultos y no podía reconocerlos. Eso la tenía desesperada. En ese momento,
sin embargo, no prestó mucha atención y
solamente pensó que todo se resolvería de la mejor manera, y pensó, además, que no debía preocuparse.
¿Será posible que esto realmente afecte la vida profesional de
una mujer? ¿Qué es lo que tiene que soltar para avanzar? ¿Será que no tiene
remedio su situación familiar? ¿Qué tendrá Andreina?
Algunos
expertos dirían que Andreina sufre de una depresión exógena que le ha quitado
su facultad de discernimiento y comunicación. Otros dirían que en su momento de
vida se encuentra justo en la tablita de un divorcio y un revés profesional.
Algunos más pensarían que este tema es pasajero y que el tiempo será el responsable
de curarlo.
Si
hiciéramos un análisis de la información que poseemos. Diríamos que Andreina de
50 años está en un momento de vida crucial para definir hacia donde se dirige
su vida, se cuestiona por qué no ha sido capaz de educar a sus hijos
correctamente y se siente responsable en totalidad por ello, pudiera pensar que
si no es capaz de educar a sus hijos, cómo sería capaz entonces de dirigir un
área con mayores responsabilidades. Con su esposo no ha encontrado los canales
adecuados para comunicar sus inquietudes. Andreina no estaba acostumbrada a
mostrar ninguna
debilidad con nadie, ni siquiera con su esposo.
Pues
bien, este es un fenómeno social recurrente en hombres y mujeres y está
directamente relacionado con la idea de atarse a los éxitos del pasado, a lo bien que
se controlaba todo y al prestigio ganado en el tiempo como los principales
obstáculos que evitan que las personas tengan apertura para seguir
aprendiendo.
En
el caso de Andreina estos logros y prestigio ganado en su profesión y vida familiar
eran fundamentales para seguirse viendo como una mujer perfecta, incapaz de
tener en su vida una “derrota”. Ahora con la dificultad que
representan los hijos, en donde no sabe
qué hacer, ni con quien hablar, su nivel de angustia y desesperación aumentan.
La decisión que ella ha tomado es no revelar su problema para encontrar
solución. Otra
“derrota”, la poca comunicación en casa. ¿Cómo resolverlo?
Cuando
la pareja no encuentra mecanismos para resolver sus dificultades porque en el
pasado ya habían "agotado" todas las posibles conversaciones y dejan de ser
equipo, éste también se convierte en un obstáculo para el bienestar,
para avanzar en la vida y sentirse en control de las cosas importantes. ¿Quién debe dar
el primer paso?
¿Qué hay que soltar para avanzar? ¿No se pueden las dos cosas?
¿Equilibrar la vida personal y la profesional?
Algún
día una jefa me dijo que ella lo ha logrado porque hace mucho lo que ella soltó
fue la perfección. Su frase era. "Yo hace mucho que deje de SER PERFECTA".
En la vida te puedes equivocar, lo importante es que lo reconozcas, hagas los ajustes, aprendas y
sigas avanzando.
Los
estereotipos sociales determinan en gran medida el estándar que hombre y mujer
deben cubrir, las personas con alta exigencia para sí mismo y para los demás a
veces tienen como una dificultad clara para avanzar, su deseo por ser los
mejores, por ser perfectos. Dejan de aprender pensando que ya lo saben
todo. El camino para seguir avanzando es
reconocer que puedes seguir aprendiendo, que puedes aceptar las diferencias de
pensamiento y dejar de exigirte tanto para agradar a los demás.
¿Consideras esto
algo actual? ¿Qué deben asimilar
las mujeres de otras que ya han transitado por esto? ¿Qué deben aprender los hombres para apoyar a las
mujeres con talento a seguir creciendo sin afectar su vida personal?
¿Qué deben aprender las organizaciones para tener
soluciones integrales para este apoyo?